Don Antonio Rodrí­guez Pedrazuela


Hace unos minutos recibí­ la noticia de que, un santo de esos de carne y hueso de los que caminan por las calles, y que pasó su vida haciendo el bien habí­a muerto. Conocí­ a don Antonio Rodrí­guez en el año de 1952 estando él recién llegado a

Doctor Mario Castejón

Guatemala y yo terminando el bachillerato con los hermanos maristas. Nos fue presentado como el capellán del Colegio de Infantes, nosotros seguí­amos llamándolo así­ ya en el nuevo edificio en donde cambió de nombre, cercano a la capilla de Yurrita entre las zonas 10 y 5. Encontramos a un hombre joven que no pasarí­a de los 30 años dotado de una atractiva personalidad en donde brotaban un gran intelecto y cualidades espirituales, con esas caracterí­sticas era natural que fuera cautivador para los jóvenes de nuestra generación. Don Antonio al que nunca llamamos padre por querer suyo y nuestro- era un joven universitario que dejando por un lado los atractivos normales siendo un Ingeniero Quí­mico exitoso habí­a respondido a la vocación de servir a Dios dentro del mundo, desde las tareas ordinarias de lo hombres siguiendo la llamada del Opus Dei al lado de aquel que hoy es un Santo en los altares: Monseñor José Marí­a Escrivá De Balaguer. Con la juventud a su favor y nada en los bolsillos fue enviado a Guatemala aquel año de 1953 y entiendo que monseñor Mariano Rossell y Arellano viendo lo que la Providencia de Dios le enviaba, lo introdujo con personas que podrian conocer el alcance de su labor. Lo traté por muchos años posteriormente durante mi vida profesional hasta 1981 cuando ya no lo veí­a con frecuencia pero sabí­a de él y de todo lo que seguí­a trabajando por Dios, por la Iglesia y por Guatemala. Oyendo sus sabios consejos pasó mucha de la intelectualidad más granada de la patria y pí¨rsonas de toda condición social, sirviendoles con claridad y energí­a Siempre con una sonrisa en su atractivo rostro fueron infinidad las obras de gran trascendencia aquellas donde puso su empeño y confianza, en las que se trabajaba por servir a los demás: Residencias para universitarios y universitarias como Ciudad Vieja y Verapaz, Clubes Juveniles como el Club Gurkhas, Escuelas de Trabajo para Obreros como Kinal y centros como Balanya y Tayasal. El Instituto Femenino de Estudios Superiores IFES y últimamente la Universidad del Istmo. En todas esas obras como obras de Dios, don Antonio fue un motor detrás de ellas y puede decirse que nunca dejó de trabajar por ellas.

Otros hombres a los que yo también considero santos además de sus padres lo estarán esperando en el cielo: el querido Dr Ernesto Cofí­ño, El Dr Rafael Mendez, El Lic Roberto Gonzales Campo, El Presbitero Arq Ví­ctor del Valle y El Presbitero Doctor Juan Izquierdo Brusset y muchí­simos más quienes también sirvieron con amor a Guatemala, estarán hoy de fiesta por la llegada de don Antonio. En lo personal yo me beneficié de su ejemplo y enseñanzas muchos años y agradezco a la vida por haberlo conocido.

Hoy murió un santo de esos que caminan por las calles, Monseñor Antonio Rodrí­guez Pedrazuela Sacerdote del Opus Dei.