Dominó de abdicaciones reales en Europa: ¿sigue en el norte?


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En el día en que el rey de España Juan Carlos anunciaba su abdicación, la reina Isabel de Inglaterra se fue a cabalgar. Ese mismo día se cumplían 61 años de su coronación y apenas habían pasado unas semanas desde que celebró su 88 cumpleaños.

Por Teresa Dapp y Sigrid Harms LONDRES/OSLO / Agencia AP

Isabel II no comentó lo que sucedió en España. Tampoco estaba obligada a hacerlo. Nadie cree en Inglaterra que la ola de abdicaciones que se extiende entre los monarcas europeos cruce el Canal de la Mancha.

Tres abdicaciones en 14 meses: primero en Holanda, luego en Bélgica y ahora en España. La reina Beatriz, el rey Alberto II y Juan Carlos son más jóvenes que la reina y llevaban menos tiempo reinando. También en Escandinavia los monarcas tienen ya una edad en la que cualquier médico o maestro está jubilado. Sin embargo, en las casas reales sueca, noruega y danesa tampoco se contempla una abdicación voluntaria, al menos no oficialmente. Ni en el Reino Unido ni en el norte de Europa parece que los mayores quieran dejar su lugar a sus herederos, por más que estos sean presentables.

«Uno es rey todo lo que viva», dijo el monarca noruego Harald V, de 77 años, hace apenas un año, a pesar de que su hijo, el príncipe heredero Haakon, de 40, comenzó desde joven a asumir tareas reales. De forma similar se expresó en 2012 la reina danesa Margarita II, de 74 años, al cumplir 40 años en el trono: «Siempre fui de la opinión que es un compromiso de por vida», explicó. Su hijo Frederik, de 46 años, es un sucesor digno junto a su intachable esposa Mary.

Menos clara es la situación en Suecia. El rey Carlos Gustavo XVI era tan poco querido que se esperaba que le pasara el relevo a su hija mayor, Victoria, de 36 años. Sin embargo, la crisis parece superada. «No me voy a jubilar», afirmó hace poco el rey de 68 años en un documental para la televisión.

En Bélgica y Holanda, donde el cambio de generación ya se llevó a cabo, a las nuevas parejas reales les va bien. Guillermo Alejandro y Máxima son más espontáneos que Beatriz, de acuerdo con las encuestas holandesas. Felipe de Bélgica no lo tiene fácil en Flandes, pero su esposa Matilde atrae las miradas con su sonrisa radiante y sus elegantes trajes.

Uno podría imaginar que los herederos al trono de las otras monarquías esperan ansiosos que les llegue su turno, sobre todo en casos como el del príncipe Carlos, que a los 65 años ya tiene edad de jubilado. Sin embargo, tanto Carlos como Camila, así como los herederos en Escandinavia parecen disfrutar de sus libertades y de su vida familiar más que estar mirando el trono de reojo.

La reina Silvia, de 70 años, esposa de Carlos XVI, dijo en febrero que como madre quiere darle a su hija Victoria la oportunidad de pasar un bonito tiempo junto a su familia.

Sin embargo, esto no acaba de explicar por qué los monarcas en el noroeste del continente no quieren formar parte del dominó de abdicaciones. «No hay una tradición nórdica de abdicaciones», dijo el experto en nobleza Tor Bomann-Larsen al canal NRK. «Las tradiciones son muy importantes en una casa real», añadió. Beatriz, en cambio, fue en Holanda la tercera reina en abdicar en pos de una nueva generación.

En el Reino Unido, los expertos hicieron referencia al sentido de la responsabilidad de la reina. «En primer lugar, prometió en 1947 dedicar toda su vida al servicio, y siempre lo hizo con gusto», dijo el experto en nobleza británico y biógrafo real Hugo Vickers a la agencia dpa.

Vickers no quiso decir quién considera que podría ser el próximo en abdicar y apunto que sería mejor estar pendiente de posibles renuncias en el Vaticano o en el Manchester United: «Dejémosle la abdicación a Holanda, Bélgica, España, al papa y sir Alex Ferguson».

EL DILEMA DE FELIPE

El 18 de junio de 2014 pasará a la historia de España: el príncipe Felipe, heredero de la Corona, será proclamado rey en el Parlamento español en un acto solemne en el que jurará ante los diputados españoles y la Constitución.

La Carta Magna no contempla una ceremonia de coronación, como en otras monarquías europeas. España es una monarquía parlamentaria y, por tanto, el rey debe prestar juramento ante las Cortes Generales, escenario de la proclamación.

Lo único que establece el texto constitucional es que el nuevo monarca debe jurar «desempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades Autónomas».

Pero ni las palabras con las que Felipe VI accederá a la Corona están regladas, ni tampoco cómo será el acto, quién intervendrá en él o cómo será el protocolo.

No existen antecedentes en la historia moderna de España. El rey Juan Carlos, que abdicó el lunes en su hijo, fue nombrado sucesor de la jefatura del Estado durante la dictadura de Francisco Franco (1939-1975) y proclamado rey todavía bajo las leyes de sucesión del régimen autoritario.

Por eso, de momento se desconoce casi la totalidad del acto de proclamación del monarca que reinará como Felipe VI. El presidente del Parlamento, Jesús Posada, solo adelantó que se preparará teniendo en cuenta «los deseos» y los planteamientos de la Casa Real.

Según avanzaron algunos medios españoles, es probable que en la forma no difiera del acto celebrado en ese mismo lugar el 22 de noviembre de 1975, cuando el rey Juan Carlos se alzó con la Corona, dos días después de la muerte de Franco.

Pero sí habrá importantes diferencias en cuanto al contenido. En aquella ocasión, el rey prestó juramento a los principios del llamado Movimiento Nacional, es decir, el régimen franquista, y no pudo hacerlo ante la Constitución, aprobada tres años después en plena transición democrática.

«Juro por Dios y sobre los santos evangelios cumplir y hacer cumplir las leyes fundamentales del reino y guardar lealtad a los principios que informan el movimiento nacional», dijo Juan Carlos aquel día, ataviado con el uniforme de capitán general del Ejército y acompañado por Sofía, que vestía un traje largo color fucsia.

«En nombre de las Cortes españolas y del Consejo del Reino, manifestamos a la nación española que queda proclamado rey de España don Juan Carlos de Borbón y Borbón, reinará con el nombre de Juan Carlos I», se anunció a continuación en las Cortes. Y el himno nacional sonó sobre los aplausos de los asistentes.

Fue allí, en ese momento, donde el rey pronunció su primer mensaje a los ciudadanos, en el que expresó las ideas básicas de su reinado: restablecer la democracia y ser «el rey de todos los españoles».

«Que todos entiendan con generosidad y altura de miras que nuestro futuro se basará en un efectivo consenso de concordia nacional», dijo.

La proclamación de Juan Carlos fue seguida, cinco días después, de una ceremonia religiosa llamada «Misa de Espíritu Santo» que tuvo lugar en la iglesia de San Jerónimo el Real de Madrid y a la que acudieron numerosas autoridades.

«Habéis querido, majestad, que invoquemos con vos al espíritu santo en el momento en que accedéis al trono de España», fue el inicio de la ceremonia oficiada por el Vicente Enrique y Tarancón, arzobispo de Madrid.

No se descarta una ceremonia de carácter similar tras la proclamación de Felipe en el Parlamento, a la que se invitaría a las autoridades de otros países, según sostienen algunos expertos.

EL TURNO DE LETIZIA

Desde la pedida de mano en el Palacio de la Zarzuela, cuando sorprendió mandando callar al príncipe Felipe para que la dejara terminar la frase, la princesa Letizia ha repetido durante diez años que tiene en la reina Sofía un «ejemplo impagable».

Con la proclamación de su marido como Felipe VI, la ex periodista se convertirá a los 41 años en reina consorte, como fue el caso de Sofía en 1975.

Pero pese a haberse mirado todos estos años en ella, Letizia tendrá un estilo como reina muy distinto al de su suegra, que este año cumplirá 76. Y es que las dos tienen pocos puntos en común, pese a la buena relación que las une a juzgar por la complicidad que se ve entre ellas cuando aparecen juntas.

El matrimonio de Juan Carlos con Sofía, en 1962, fue el enlace que tenía que ser, el de un príncipe con una princesa. Y aunque entonces parecían felices, no fue una felicidad que se extendiera en el tiempo, al menos no en pareja.

Lo descubrieron muchos españoles a propósito de la irrupción en el panorama mediático español de la noble germanodanesa Corinna zu Sayn-Wittgestein, la «amiga» que acompañaba al monarca cuando este se rompió una cadera en una lujosa cacería en Botsuana.

La reina, sin embargo, mantuvo siempre la compostura como consorte. «Es una gran profesional», ha dicho Juan Carlos en reiteradas ocasiones. «(Debo expresar) mi gratitud a la reina, cuya colaboración y generoso apoyo no me han faltado nunca», dijo de ella cuando se dirigió por televisión a los españoles para explicar las razones de su abdicación.

El matrimonio de Felipe y Letizia es totalmente distinto, pese a la supuesta crisis con la que tanto se especuló hace relativamente poco en los medios españoles y que parece superada.

Sofía es hija de reyes, hermana de rey, esposa de rey y madre en breve de un nuevo rey. Letizia será la primera reina sin sangre azul en la historia de la monarquía española. El aún príncipe la eligió por amor. Y llegó a enfrentarse a su padre para poder casarse con ella si se da crédito a lo que publicaron en su día algunos medios.

«Mi vida es la vida del rey. No tengo otra vida», dijo Sofía hace unos años a la periodista Pilar Urbano cuando esta la entrevistaba para uno de sus libros.

Letizia sí la tiene. No solo una vida anterior a su llegada a la familia real, una vida como hija de padres divorciados en una familia de clase media, con una madre sindicalista y un abuelo taxista, divorciada ella misma de su primer marido, profesor de Literatura cuando ella estudiaba en el instituto.

También intenta tener una vida al margen de palacio fuera de sus horas de trabajo, que incluye salidas a cenar al Madrid antiguo junto a su marido, escapadas a céntricos cines en versión original, conciertos de rock junto a amigas y escapadas de fin de semana fuera de España.

Es una vida que intenta preservar de cámaras y focos. Pero que como reina tendrá que reducir. Igual que su afán por proteger a sus dos dos hijas, las infantas Leonor y Sofía, de la sobreexposición pública. Sobre todo porque la primera, que tiene ahora ocho años, se convertirá en heredera del trono cuando su padre sea proclamado rey.

Letizia tiene carácter, y se le nota. Y a veces dice en público lo que piensa, algo que la reina Sofía ha evitado siempre.

«No es lo mismo decir ayudas que rescate, recesión por crecimiento negativo o reestructuración en vez de recortes», soltó hace un año, en plena crisis económica y política de austeridad de Mariano Rajoy, en la apertura de un seminario sobre la lengua.

La que en breve se convertirá en nueva reina de España ha estado desde el principio sometida a las críticas por sus cambios de look, sus atuendos y sus peinados. Su extrema delgadez, tan discutida en los primeros tiempos, volverá seguramente a la palestra cuando sea reina. Porque se la verá más. De Sofía siempre se ha destacado la elegancia. Y pocos han osado hacer críticas a su atuendo.

Pese a estar más cerca de la media de los españoles que la reina Sofía -Letizia sabe lo que es montar en autobús, pagar los recibos de la luz y el agua, la hipoteca y poner ella misma gasolina a su automóvil-, los ciudadanos prefieren a su suegra.

Junto al príncipe Felipe, la reina Sofía es la mejor valorada en las encuestas. Letizia se encuentra en una posición peor, por debajo incluso del aún rey Juan Carlos.

Leonor, la heredera en un país de reyes varones

La abdicación del rey Juan Carlos de España convierte a la infanta Leonor, a sus ocho años, en la futura heredera de la Corona en un país que aún discrimina a la mujer en la sucesión al trono.

La primogénita de Felipe y Letizia, futuros reyes de España, solo tiene una hermana: Sofía, de 7 años. Si ésta hubiera nacido varón, la habría desplazado en la línea sucesoria a la Corona.

La Constitución del país establece que «la sucesión en el trono seguirá el orden regular de primogenitura y representación, siendo preferida siempre la línea anterior a las posteriores; en la misma línea, el grado más próximo al más remoto; en el mismo grado, el varón a la mujer y, en el mismo sexo, la persona de más edad a la de menos».

Así, el artículo 57.1 contradice una de las máximas de la Carta Magna: la que garantiza la igualdad de los españoles ante la ley «sin que pueda prevalecer discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión».

España es una de las pocas monarquías parlamentarias de Europa que sigue discriminando a la mujer en la línea sucesoria. Felipe, de 46 años, asumirá la jefatura del Estado a pesar de tener dos hermanas mayores, Elena y Cristina, porque es el único hijo varón de los reyes.

Los poderes políticos e incluso la Casa Real son conscientes de la necesidad de cambiar la norma, pero hasta ahora ningún gobierno ha acometido la reforma.

   Su transcendencia no la hace sencilla: cualquier cambio de la Constitución relacionado con la Corona exige una aprobación por mayoría cualificada de dos tercios del Congreso y del Senado, la disolución inmediata de las Cámaras y la convocatoria de elecciones legislativas.

Además, el Congreso y el Senado que resulten de esos comicios deberían aprobar la reforma con la misma mayoría y, finalmente, someterla a referéndum.

En 2004 lo intentó el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, quien recién llegado al Ejecutivo pidió un informe favorable del Consejo de Estado, el máximo órgano asesor del gobierno. En él se destacaba que la «igualdad ante la ley de hombres y mujeres es un principio universalmente reconocido».

El debate se hizo más intenso cuando Felipe y Letizia anunciaron, en 2006, que esperaban su segundo hijo. Al nacer Sofía, la reforma volvió a posponerse. Todos coincidían en que había tiempo, ya que el trono debía pasar primero del rey Juan Carlos al príncipe Felipe.

«No hay prisa, todavía hay una generación de por medio», dijo en una ocasión el príncipe Felipe.

Ahora que esa nueva generación llega al trono, las miras se vuelven de nuevo hacia Leonor, que se convertirá en la heredera al trono más joven de Europa.

La infanta pasará a ser princesa de Asturias cuando Felipe asuma la jefatura del Estado, pero no prestará juramento ante las Cortes hasta que no alcance la mayoría de edad, tal y como hizo su padre en 1986.

El artículo 57.2 de la Constitución española establece que «el Príncipe heredero, desde su nacimiento o desde que se produzca el hecho que origine el llamamiento, tendrá la dignidad de Príncipe de Asturias y los demás títulos vinculados tradicionalmente al sucesor de la Corona de España».

¿Pero qué pasaría si, hasta entonces, Felipe quedase inhabilitado? El texto constitucional establece que «el padre o la madre», en este caso de Leonor, «y en su defecto el pariente mayor de edad más próximo a suceder en la corona, según el orden establecido en la Constitución», entrará a ejercer la regencia hasta que el heredero alcance la mayoría de edad.

En el caso de que ninguna de esas personas pudiera asumir esta regencia, ésta recaería alguien nombrado por las Cortes Generales del Estado, bajo los únicos requisitos estipulados de ser español y mayor de edad.

Leonor de Borbón, nacida en Madrid el 31 de octubre de 2005, asistió a su primer acto oficial hace unos días en Murcia: las bodas de plata de la 41 promoción de la Academia General del Aire, a la que el príncipe Felipe pertenece. Allí, presenció un desfile aéreo y otro del escuadrón de alumnos junto a sus padres y su hermana Sofía.

REACCIONES

«Reitero públicamente mi empeño y convicción de dedicar todas mis fuerzas con esperanza, con ilusión a la tarea apasionante de seguir sirviendo a los españoles”
Felipe
Príncipe heredero

«Nunca os habéis interesado tanto por mí como hoy ¿Cómo me veis?», respondió sonriente, con una pregunta, al interés de la prensa por saber cómo se encontraba.
Juan Carlos
Rey de España

«Es difícil encontrar críticas al príncipe. La circunstancia de Felipe es difícil, pero más lo era la de su padre (…) tiene todas las cualidades y todos debemos intentar que salga bien».
José Luis Rodríguez Zapatero
Ex presidente español

“En democracia, los ciudadanos deciden sobre las cuestiones fundamentales que afectan a los asuntos de todos. No somos menores de edad, somos ciudadanos libres”
Pablo Iglesias
Portavoz y eurodiputado de Podemos