ídolos mediáticos


Carlos Peña recibido como í­dolo por las altas autoridades de Gobierno y sus fans.

Julio Donis C.

Reconozco las capacidades de Carlos Peña así­ como el carisma que le agrega este joven de 19 años a sus actuaciones y propuestas musicales. Es más, para dejar claro, este artí­culo no es sobre las habilidades de Carlos, ni sobre su calidad como persona; conozco a su familia materna desde hace mucho. Esta reflexión es sobre el entorno, es sobre un sistema mediático que crea í­dolos y descarta a otros, es sobre el halo de triunfalismo que creó la noción de que por fin ganamos en algo a nivel internacional. Al ganar Carlos la competencia Latin American Idol, Guatemala sentí­a que era reconocida en un acto público, en una final en la que vencí­a a otros paí­ses, recuperando así­, algo de su estropeada autoestima colectiva.


Pero vayamos por partes. Los í­dolos construidos por un mundo mediático como el emporio de las transnacionales que patrocinaban el concurso en mención, son ante todo, «éxitos de ventas», son minas de oro que legitiman marcas y estrategias de mercado. Los «í­dolos» son el medio para que grandes inversiones se pongan en juego y crear de esta forma un nuevo producto que rendirá muchos más. Lo que se invirtió en campañas como la de Carlos debe dar sus frutos y por lo mismo, el plan de marketing no empezó ahora, sino el año pasado, tanto a nivel nacional como a nivel internacional.

Como una de las recientes campañas electorales, se prepararon vallas, anuncios en prensa, tiempo pagado en medios televisivos y se preparó un adecuado método para promover a la figura especí­fica, a través de la red de telefoní­a móvil. La campaña implicó resaltar, enaltecer y aludir a los valores de lo que llamo el «chapinismo» para enardecer a un pueblo y que marcaran un número de cuatro cifras, y que sintiera que estaba apoyando a su í­dolo nacional. ¿Qué tipo de alicientes necesita una sociedad para volcar su apoyo a una figura determinada?, qué tipo de valores se resaltan en Latin Amercian Idol para que el mismí­simo Vicepresidente haya declarado que un í­dolo como Carlos, «logró unir a todos los guatemaltecos». O que el Alcalde de la ciudad y el Presidente le rindan homenaje público.

Un pueblo necesita figuras socialmente construidas para poder fortalecer su identidad en tanto nación. Guatemala conteniendo en un mismo territorio una realidad multicultural compleja y rica a la vez, enfrenta un reto muy grande en términos de identidades colectivas; este paí­s tiene pocos referentes que logren aglutinar la unidad en la diversidad, porque justamente, no hemos resuelto lo anterior. Hasta que eso suceda, lo que tenemos son héroes reconocidos por unos e indiferentes para otros.

En ese escenario, la construcción de la cultura queda a merced de aparatos como los mediáticos, vehí­culos que transportan valores de consumo, de uso y tiro, de aspiración a determinado estatus socioeconómico, de un particular perfil de éxito que sólo es para uno, no es para todos. Permí­tanme decir que Carlos no fue quien logró unir a todos los guatemaltecos, una presunción muy atrevida por cierto, el que lo hizo nuevamente fue la televisión por cable?.

Después de la primera vuelta electoral, Guatemala sustituyó las vallas de los candidatos por las imágenes sonrientes de Carlos Peña; el voto pasó de las urnas al teléfono móvil y la disputa final se dio en Argentina. En la capital se viví­a la mencionada final en restaurantes, en vitrinas con televisores encendidos, en el domo de la zona 13 y hasta en el Obelisco. Sin embargo no creo que la gente haya salido a celebrar en Cuarto Pueblo, en Ixcán, en San Antonio Huista por poner un ejemplo. Resalto que las «bondades» de lo mediático, hicieron que esa noche pareciera que toda Guatemala estuviera sumida en la algarabí­a por el triunfo de Carlos. Así­ como en la polí­tica, la video imagen juega hoy dí­a un papel muy grande, asimismo es el rol de lo mediático en el lanzamiento de un Latin American Idol.

Queda claro que hay necesidad de lí­deres y referentes que unan a este pueblo vací­o que ni los candidatos más carismáticos han logrado, pero no es con Idols como se llenan esos espacios sino con procesos sociales y culturales que reconozcan lo que significa este paí­s y que dignifiquen a un pueblo olvidado y burlado. Los Idols sirven para unos, sirven para satisfacer los valores de aspiración, sirven para mitigar los falsos sentimientos patrióticos, sirven para grandes transacciones comerciales.

Palabras finales para Carlos. Felicitaciones por el carisma que demostraste, por la valentí­a de enfrentar el mundo competitivo del show mediático; te toca ahora administrar el éxito y al mismo tiempo ser lo que sos, un joven con interrogantes y retos, con ilusiones y utopí­as, propios de tu edad como tantos otros jóvenes en este paí­s. El reto es no terminar como un Idol deslumbrado por el flash de la fama.

«Queda claro que hay necesidad de lí­deres y referentes que unan a este pueblo vací­o que ni los candidatos más carismáticos han logrado».