Doce enanos


julio-donis

En esta narración son 12 pero en otras eran 7, la verdad no importa el número sino la naturaleza y la intención de sus acciones. En este cuento que es realidad, los hechos sucedieron en un bosque que era muy antiguo; el tránsito de páramo feudal a Estado le llevaría muchos años a este sitio y miles de vidas. Aún en el presente sus estructuras se muestran débiles y porosas porque sus propias contradicciones harían de él, su inexorable trampa. En él reinaba desde siempre la diva Oligárquica cuyo poder no había mermado con el pasar de los tiempos, solo se había transformado y se había pervertido.

Julio Donis


Aquel era un bosque complejo y misterioso pues encerraba en la oscuridad de sus sombras, la riqueza de la vida y a la vez las perversiones de la muerte. Las redes del poder de la diva incluían a la bota, empresarios emergentes, comerciantes, funcionarios, centros de pensamiento, iglesias, grupos de mercenarios e intelectuales, pero solo estos últimos eran orgánicos con la diva Oligárquica. Los vasos comunicantes eran por identidad y ahí radica la clave de sus servicios. Eran 12 como los apóstoles, pero no todos eran iguales; ninguno pagaba renta excepto uno; todos eran hombres excepto tres; algunos estaban emparentados entre ellos; el estirpe genealógico ligaba al menos a cuatro con la diva, unos de forma directa y alguna haciendo esfuerzos lo había logrado; uno definitivamente era recogido; dos de ellos se habían salido del redil en una parte de su vida pero su regreso fortaleció sus ideales. Su evangelio era el de la defensa del Estado desde la visión conservadora, tenían pues la misión de asegurar que las condiciones no atentaran de manera revolucionaria contra el orden establecido. Su afán era pues el cambio sin cambiar. Esta fue su actuación en la que se llamó la crisis de abril: una defensa oficiosa que incluía asegurar que las responsabilidades del pasado no fueran endosables a los miembros de la red de poder, aún y cuando algunos de éstos estuvieran fuera de control como en el caso de la bota. Su apuesta es a la falsa protección de la paz, y si esto implica aislar a algunos miembros de la red, se conjuran las fuerzas para evitar a toda costa la vinculación al pasado. Alta capacidad de recursos para movilizar sus mensajes en los medios de comunicación. El discurso de los doce es falaz, es penetrante y difuso. Sus ideas confunden, especialmente cuando los oídos que escuchan han sido objetos y nunca sujetos de sus propias trasformaciones sino manipulaciones. Anuncian y amenazan con la violencia del pasado si la sociedad asume el genocidio como una idea que parte la historia, como hecho que condenara al Estado. Se permiten desconocer la figura del delito de genocidio, desconociendo a su vez al Sistema de Justicia que es fruto justamente del enarbolado proceso de paz. Eso comprobaría que el imperio de la Ley se retuerce con tal de conservar la historia y por lo tanto, yace en su constitución un gen corrupto. Se dan el derecho de señalar que la justicia por genocidio no resarcirá a las familias de las víctimas, ¿sugieren que otro tipo de delito sí? ¿Uno que haga menos daño a la imagen y al clima de negocios? Las acciones de los 12 parecen consonantes con las de otras catervas, pero mientras esos grupos niegan la verdad por su fundamentalismo anticomunista, los 12 abrazan la idea que la estabilidad social requiere autoridad fuerte y legalidad a costa de la verdad. El tamaño de los 12 es inversamente proporcional a sus aspiraciones de clase.