Doble atentado


Atentado. Miembros de la seguridad paquistaní­ observa los daños provocados por un ataque suicida en Rawalpindi, que dejó varios muertos y heridos.

Al menos 25 personas murieron y 68 resultaron heridas hoy en dos atentados en Rawalpindi (periferia de Islamabad), en medio de una ola de violencia que azota al paí­s desde que el presidente Pervez Musharraf, desestabilizado, decidió hace dos meses intensificar la lucha contra los islamistas.


En uno de los atentados fallecieron al menos 17 empleados del ministerio paquistaní­ de Defensa que iban en un autobús, mientras que las otras ocho ví­ctimas se registraron en la explosión de un artefacto en un mercado, indicó el portavoz del ejército, general Waheed Arshad.

«La precisión de ambos atentados casi simultáneos, perpetrados por hombres muy informados, lleva «la firma de al-Qaida», declaró un alto responsable de los servicios de inteligencia.

El anterior balance de ambos atentados habí­a sido de 24 muertos.

En ambos ataques se registraron también al menos 68 heridos, según precisó el secretario general del ministerio del Interior, Kamal Shah.

Los atentados fueron cometidos en la ciudad guarnición de Rawalpindi, un barrio muy popular, adyacente a la capital paquistaní­, donde está la residencia militar del jefe del Estado, el general Pervez Musharraf, un aliado clave de Estados Unidos en su «guerra contra el terrorismo».

El primer atentado, ocurrido cerca del mercado de Qasim, devastó un autobús en el que viajaban empleados del ministerio de Defensa. Al menos 16 resultaron muertos y otros 12 heridos, precisó un oficial de policí­a, Mohammad Hamid.

El segundo atentado fue cometido a tres kilómetros del primero, aparentemente por un kamikaze que iba en moto y que hizo estallar su carga explosiva en uno de los mercados de la ciudad, el bazar R.A., afirmaron responsables de las fuerzas de seguridad que pidieron el anonimato.

Al menos ocho personas murieron en este ataque, sin que se sepa si se trata de civiles o de miembros de las fuerzas de seguridad, indicaron las mismas fuentes.

En el lugar del primer atentado, los restos del vehí­culo, completamente calcinados daban idea de la violencia de la explosión, que se oyó en casi toda la ciudad, según fotógrafos de la AFP.

«Hubo una terrible explosión y vi el autobús completamente destruido, con pedazos de cuerpos en medio de la calzada y entre charcos de sangre», describió la AFP un testigo del atentado, Mohammad Tahir.

Pakistán se enfrenta, desde el asalto a la Mezquita Roja, en el centro de Islamabad, los dí­as 10 y 11 de julio, a una ola sin precedentes de atentados sangrientos, perpetrados por militantes integristas musulmanes.

En la mayor parte de los casos, esos ataques apuntan a militares y policí­as en las zonas tribales del noroeste del paí­s, fronteriza con Afganistán.

Sin embargo, el 17 y el 27 de julio, dos atentados suicidas mataron, en pleno centro de Islamabad, a 15 personas el primero y a 12 el segundo.

Tras el asalto de la Mezquita Roja, los principales lí­deres islamistas paquistaní­es, además del número dos de Al Qaida, Ayman al Zawahiri, juraron vengar ese ataque y atacar al régimen de Musharraf, al que los integristas acusan de ser una «marioneta» de Estados Unidos.

Además de las ví­ctimas civiles de los recientes atentados, el ejército reconoció haber perdido a unos 60 hombres en sus enfrentamientos de las últimas seis semanas con los islamistas en las zonas tribales fronterizas.

Según fuentes militares paquistaní­es, esos combates también se cobraron las vidas de 250 combatientes integristas, que son talibanes paquistaní­es o afganos, miembros de Al Qaida y también miembros de algunas tribus que les apoyan.

Estados Unidos señaló recientemente que Al -Qaeda y sus aliados talibanes, derrocados del poder en Kabul a finales de 2001, reconstituyeron sus fuerzas en las zonas tribales paquistaní­es fronterizas con Afganistán.

Esta afirmación constituye un amago de acusación contra el régimen de Musharraf por no combatir el fenómeno con la suficiente fuerza.