En parte, tienen razón quienes se extrañan que con ocasión del X aniversario de la Firma del Acuerdo de Paz Firme y Duradera, nada se diga y muy poco se sepa acerca del inicio y los antecedentes de las conversaciones para concertar la paz en nuestro país por medios políticos o traten de ignorarse.
A principios de febrero de 1982 se dio a conocer, nacional e internacionalmente, la constitución de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, URNG. Inicialmente se conformó con el Ejército Guerrillero de los Pobres, EGP; las Fuerzas Armadas Rebeldes, FAR; la Organización del Pueblo en Armas, ORPA, y el Núcleo de Dirección Nacional del Partido Guatemalteco del Trabajo, NDN ? PGT. La no participación del Comité Central del PGT, en ningún momento, constituyó un obstáculo para que la Comisión Política saludara este acontecimiento, en la convicción de que la unidad de las organizaciones político militares constituía la mejor garantía para el avance de la lucha social y popular, revolucionaria y progresista.
Cuando se tuvo conocimiento de la constitución de URNG, el gobierno militar genocida, terrorista y contrainsurgente de Lucas García, estaba a punto de ser depuesto por el golpe de Estado que dio lugar a la formación de una junta militar integrada por los generales Ríos Montt y Maldonado Shaad, y por el coronel Gordillo.
Cuatro años antes de la constitución de URNG y del golpe de Estado, en 1978, se dio un fraccionamiento interno del PGT, integrándose el reagrupamiento que, encabezado por el compañero Mario Sánchez –no hace mucho fallecido–, pasó a formar parte del proyecto revolucionario unitario. El movimiento fraccional constituyó un severo golpe a la unidad interna del partido que, en un primer momento, lo logró asimilar crítica y autocríticamente para, después, superarlo exitosamente.
Hay que traer a cuenta que en diciembre de 1974 había sido asesinado el entonces secretario general del CC del partido, compañero Huberto Alvarado, y que en septiembre de 1972 se capturó, asesinó y desapareció a los seis integrantes de la CP del CC, encabezados por el compañero Bernardo Alvarado Monzón, en ese momento, secretario general del CC.
La inteligencia militar guatemalteca y la CIA estadounidense consideraron que la situación que se creaba internamente a los comunistas guatemaltecos les permitía y facilitaba proceder a desatar una ofensiva a gran escala contra los dirigentes, cuadros, militantes y combatientes del CC del PGT y del Núcleo de Dirección Nacional, NDN, a varios de quienes capturaron, asesinaron y desaparecieron.
Días después del golpe militar del 23 de marzo de 1982, el coronel Gordillo, en declaraciones a un diario costarricense, se refirió a que en el país «había ya condiciones» para la legalización de los comunistas guatemaltecos. A la CP del CC, oficiosamente se le llevó una transcripción de las declaraciones y quien la portaba no supo disimular su entusiasmo ante la posibilidad de una legalización «en tales condiciones». En ese mismo momento, la CP del CC desestimó conocer el «ofrecimiento» y reafirmó la decisión de rechazarlo.
Como parte de la estrategia encaminada a dividir al movimiento revolucionario en armas y a quienes luchábamos en la clandestinidad, al comienzo de su gobierno el presidente Cerezo Arévalo viajó a México en donde reunió el 3 de julio de 1986 –coincidiendo con los 32 años del «triunfo» de la «liberación» castilloarmista–, a una minoría de exilados. Su objetivo era aislar políticamente a URNG, y se proponía lograrlo a partir de «encontrarse» con los «ideólogos del marxismo» para «convencerlos» de la conveniencia de legalizar su participación política. La maniobra se le desbarató por la inequívoca decisión de la dirección del PGT de desautorizar a sus militantes y cuadros radicados en México a aceptar semejante acercamiento.
Dos años después, el 31 de octubre de 1988, diario El Gráfico, informó sobre «la posibilidad de que el PGT dejara la clandestinidad». En la nota se decía que el proyecto de legalización estaba ya avanzado y sólo quedaba pendiente «la decisión de llevarlo a cabo». Ante semejante patraña, la dirección del partido desmintió lo informado y, además, aseguró que ni el CC ni el NDN, separada o conjuntamente, hubiesen acordado que el PGT dejara la clandestinidad.
Con ello se dejó al descubierto una maniobra más de la cúpula militar y del gobierno para meter cizaña entre los revolucionarios. Además, se puso de manifiesto la provocadora e inviable estrategia gubernamental de dividir –para negociar por separado– y su renuencia a reunirse con URNG e iniciar la búsqueda de una solución política al enfrentamiento armado interno, lo cual –exitosamente–, se logró delinear en Oslo el 29 de marzo de 1990.
A lo anterior y otros aspectos más me voy a referir en Diálogo, el programa radial que con la conducción de Marcial Méndez Galicia, se transmitirá por los 96.1 FM de Radio Nuevo Mundo, el próximo viernes 29 a las 16:00 horas. Ojalá pueda escucharlo.