Divagaciones en torno a encuestas y candidatos


Los resultados de las encuestas que financian los diarios de la mañana, en vez de aclararme el panorama electoral, han enredado más mis apreciaciones, sobre todo en lo que atañe a los porcentajes que obtiene el puntero en todos los sondeos, el candidato ílvaro Colom, de la UNE, las posiciones que adjudican a quien le escolta, el general Otto Pérez Molina, del Partido Patriota, y a los que aparecen del tercero al quinto lugar.

Eduardo Villatoro

Las diferencias me hacen desconfiar de los métodos que emplean para hacer las mediciones, y ya no se diga de las floridas, abundantes y lisonjeras promesas de cuanto candidato exista a los 3,712 cargos de elección popular, desde la Presidencia de la República hasta los integrantes de corporaciones municipales.

Mi escepticismo de reportero en desuso se ha ahondado durante la actual campaña electoral, porque en lo que se refiere a los candidatos presidenciales no logro percibir a uno o una que complete mis expectativas: que sea de izquierda incluyente, que no tenga compromisos con la plutocracia; que explique los procedimientos que empleará para erradicar la pobreza, el analfabetismo y los otros males sociales que agobian a los sectores mayoritarios; que combata la evasión fiscal de los poderosos; que defienda el medio ambiente, que enfrente a las maras y el crimen organizado mediante procedimientos expeditos, pero legales, y?

Eso sí­, si me acometiera la osadí­a de acudir a las urnas el dí­a previsto, no votarí­a por el que propone aplicar más bestialidad para combatir la violencia, ni por quien promete atacar la ola de criminalidad habiendo sido funcionario y es la continuidad del actual gobierno, ni por cualquiera que pretenda seguir aplicando las teorí­as neoliberales que han conducido al desastre a los pueblos latinoamericanos.

Por supuesto que no voy a encontrar al candidato presidencial que he idealizado, pero hay dos o tres que se aproximan a mis intenciones utópicas; aunque se da el caso que dos de los tales no tiene mucha oportunidad de ganar, en vista de que las encuestas los colocan en tercera, cuarta o quinta posición, tal como es oscilante el porcentaje que favorece al ingeniero Colom, puesto que si la firma que contrató Siglo Veintiuno le concede el 38.7 % en preferencias de voto; la que le hizo el trabajo similar a elPeriódico lo bajó al 28 % y luego viene la encuesta de Prensa Libre que lo desciende abruptamente al 20.75 % de intenciones electorales.

En lo que respecta al segundo lugar, el general Otto Pérez Molina siempre se mantiene en esa posición, pero del tercero a quinto se hace un enredo, porque en una encuesta el oficialista Alejandro Giammattei le sigue al segundo, en otra ocupa el cuarto sitio; en tanto que la señora Rigoberta Menchú se mueve entre el tercero y quinto lugar, y el doctor Harold Caballeros se balancea entre el cuarto puesto y una de las últimas posiciones.

Suponiendo que dentro de estos cinco presidenciables (en el caso de la señora Menchú, por ser mujer, ¿se dirá presidenciable, según los ortodoxos de la identificación de género?), me incline por ílvaro Colom, por doña Rigo o por Caballeros, la tarea no serí­a muy complicada, porque me formo en la fila, al llegar a la mesa donde toman mis datos presento mi cédula de vecindad y deposito mi voto.

(A propósito, ¿de qué tamaño serán las mesas alrededor de las cuales puedan sentarse los fiscales de más de una docena de partidos polí­ticos y de comités cí­vicos, miembros de las juntas receptoras de votos y los meticulosos observadores?)

Pero otra duda que me asalta ?porque avizoro que el asunto se pondrá más trompudo? es cuando intente votar por los candidatos a diputados. ¿Cómo voy a votar por el ciudadano Fulano de Tal, a quien reconozco por honrado, capaz y requetebuena gente, si en el mismo listado está Mengano Porcino, notorio por tramposo, corrupto y holgazán?

Como presumo que esa situación se repetirá en todos los listados de aspirantes a congresistas, mejor escribiré a mano el nombre de Renhé Leyba Roldán, experto en recovecos polí­ticos y sus misteriosos petates mortuorios electorales. Lo invito a que vote por él. Por lo menos no promete nada.

(Durante una encuesta sobre temas domésticos, el entrevistador Romualdo le pregunta a un candidato a concejal: ?¿Los hombres inteligentes son buenos maridos? El polí­tico solterón responde: ?Los hombres inteligentes no se casan).