Unas 60 personas resultaron heridas el martes en Líbano en enfrentamientos entre partidarios del gobierno y la oposición, que logró paralizar el país al bloquear importantes cruces de rutas con neumáticos incendiados.
Miles de manifestantes se volcaron a las calles en respuesta al llamado de la oposición dirigida por la micilia chiita prosiria Hezbolá, que decretó una jornada de huelga general para hacer caer el gobierno de Fuad Siniora, acusado de acaparar el poder y servir a los intereses de Estados Unidos en Líbano.
La escalada tiene lugar a 48 horas de la conferencia de ayuda internacional al Líbano prevista para el jueves en París, que representa la última posibilidad para que este país, sumido en una deuda de 41.000 millones de dólares, pueda salir de su grave crisis financiera.
Siniora presentará en París una plan de reformas económicas cuestionado por la oposición, que reagrupa también a la corriente cristiana de Michel Aoun y a grupos prosirios. Washington prometió «una enorme demostración de apoyo» a Siniora, dijo el subsecretario de Estado norteamericano, Nicholas Burns.
A partir del amanecer, los partidarios de la oposición bajaron a las calles quemando neumáticos y vehículos, utilizando arena y piedras para cortar las rutas e impedir el acceso a los puestos de trabajo. En algunas regiones, llegaron incluso a tumbarse en las calles.
Luego estallaron los enfrentamientos, a pedradas y palazos, entre opositores y partidarios del gobierno que exigían la reapertura de las rutas a Beirut y a otras regiones. En algunos sectores hubo disparos de armas de fuego, que causaron varios heridos.
En total 58 personas resultaron heridas, según la policía, que no precisó cuántos pertenecían a la oposición y cuántos defendían al gobierno.
Las fuerzas de seguridad y el ejército intentaron reabrir las rutas, al tiempo que evitaron chocar con los manifestantes.
El ministro de Defensa, Elias Murr, aseguró que «la orden sigue siendo que el recurso a la fuerza está prohibido y que abrir fuego está fuera de cuestión».
Si bien un cierto número de libaneses ignoraron la huelga y acudieron a sus lugares de trabajo, la mayoría prefirió quedarse en casa. Los principales cruces de ruta estaban bloqueados, así como la ruta que une Beirut y Damasco y la que lleva al aeropuerto internacional.
Cuatro vuelos pudieron aterrizar en el aeropuerto, pero sus pasajeros quedaron bloqueados en el terminal, mientras 22 vuelos fueron anulados.
«Desde la torre de control vemos arder los neumáticos a unos 300 metros de la entrada al aeropuerto», indicó a la AFP un responsable del tráfico aéreo.
Mientras los jefes de la oposición llamaron a sus partidarios a seguir la huelga, el sector de la mayoría parlamentaria y del gobierno denunció «un golpe de Estado» y llamó a las fuerzas del orden a reabrir las rutas.
El ministro de Telecomunicaciones, Marwan Hamadé, habló de «golpe de Estado contra el gobierno» y pidió «calma» a los ciudadanos.
El jefe de la oposición cristiana, Michel Aoun, calificó a su vez al gobierno de «criminal» y pidió el arresto de los «responsables de disparos contra los manifestantes». Cuatro de los militantes de su partido, la Corriente Patriótica Libre, fueron detenidos por la policía en Bekaa (este).
En París, el ministerio de Relaciones Exteriores llamó a los libaneses a «demostrar responsabilidad» y a dar una imagen de su país «que convenza a los participantes de la conferencia para que se movilicen».
Israel, que atacó Líbano en julio y agosto pasado en respuesta al secuestro de dos de sus soldados por parte de Hezbolá, dijo seguir «muy de cerca» la situación en Líbano.
El dirigente cristiano libanés Samir Geagea, aliado del gobierno, acusó el martes a la oposición de lanzar «un golpe de Estado» al bloquear las carreteras del país y denunció acciones «terroristas» de sus partidarios.
«Lo que ocurre no tiene nada que ver con la democracia. Es un verdadero golpe de Estado», declaró a la televisión privada LBC, acusando a las fuerzas del orden de no cumplir con su deber.
«No sólo no cumplen con su deber de volver a abrir las carreteras, sino que también protegen a los que bloquean esas vías (…) y yo no se si se dan cuenta que el Líbano se derrumba ante sus ojos», agregó con tono alarmista.
Se trata de la primera reacción de un dirigente aliado del gobierno frente al movimiento iniciado el martes en la madrugada por la oposición, que llamó a una huelga general para protestar contra el gabinete de Fuad Siniora, acusado de acaparar el poder.
El cielo de Beirut se veían oscurecido por el humo de neumáticos quemados por los manifestantes, que bloquearon, entre otras, la vía hacia el aeropuerto internacional.
El ex diputado Fares Sueid, también aliado de la mayoría parlamentaria, denunció también un «golpe de Estado» y llamó a las fuerzas del orden a intervenir para restablecer la calma.