La fórmula uno se había convertido en un espectáculo aburrido, con jerarquías muy establecidas entre equipos y pilotos, en el que había pocas sorpresas y los ganadores se daban por descontados antes de las carreras.
La categoría había alcanzado una predictibilidad tal que las 342 carreras de los últimos 20 años se las repartieron entre 29 pilotos.
Pero este año es otra historia. Por primera vez en los 61 años de vida de la categoría, seis pilotos distintos han ganado las primeras seis pruebas de la temporada. El australiano Mark Webber ayudó a mantener esa tendencia al imponerse el domingo de la semana pasada en el Gran Premio de Mónaco.
Otra novedad este año es que ya hay dos pilotos que ganaron por primera vez en la F1: el alemán Nico Rosberg y el venezolano Pastor Maldonado, ninguno de los cuales había saboreado las mieles de la victoria hasta ahora. De hecho, desde el 2009 que la categoría no estrenaba un ganador nuevo.
Al paso que va, la temporada del 2012 comienza a parecerse a los campeonatos de una era ya ida, de pilotos a menudo bigotudos que se repartían las victorias y la gloria. La era de los James Hunt, Niki Lauda, Mario Andretti y Keke Rosberg, el padre de Nico. En las 14 carreras de 1975, por ejemplo, hubo nueve ganadores distintos. Y 11 pilotos se repartieron las 16 pruebas del 82.
En contraste, las 19 carreras del año pasado –y también las del 2010– registraron apenas cinco vencedores. Y 16 de ellas las ganó un mismo piloto, el bicampeón mundial Sebastian Vettel.
La F1 moderna se ha caracterizado por el reducido número de pilotos que ganan carreras. En las dos décadas que pasaron desde que el siete veces campeón mundial Michael Schumacher ganó su primera prueba ha habido un promedio de cinco triunfadores por temporada.
Es así que, ahora que ya se registraron seis ganadores distintos en las primeras seis carreras, podemos sentirnos afortunados. En la era Schumacher nunca hubo más de ocho vencedores en una misma temporada. Eso sucedió en el 2003, en que el alemán tuvo que esperar hasta la última carrera para asegurarse su sexto título.
También hubo siete vencedores distintos en el 2008, en que Lewis Hamilton se coronó campeón tras rebasar a un rival en la última curva en Interlagos y conquistó su primer título.
Todo parece indicar que este año podría haber otro final emocionante.
Hamilton todavía no ha ganado y es de esperar que lo haga en algún momento. El ritmo que alcanzó el Mercedes de Schumacher en Mónaco hace pensar que también podría subir a lo alto del podio. El auto fue el más rápido en la sesión clasificatoria, pero tuvo fallas mecánicas en la carrera.
El novato Romain Grosjean podría sumarse a la lista de vencedores si cometiese menos errores, y lo mismo podría hacer el ex campeón mundial Kimi Raikkonen si recupera su nivel luego de dos temporadas en el circuito de rallies. Ambos corren con Lotus.
La F1 se hace más emocionante cuando el campeonato no se define sino hasta el final. Este año, el campeón podría ser el piloto que cometa menos errores y, por primera vez en mucho tiempo, el título podría premiar más al conductor que al auto.
El rendimiento desparejo de los autos, que vuelan en una carrera y decepcionan en la siguiente, puede ser traumático. Schumacher dice que los neumáticos son tan imprevisibles que siente que maneja «sobre una cáscara de huevos» y que la fragilidad de ese componente hace que el piloto no exprima el auto al máximo.
El propio Webber dijo después de su triunfo que «las carreras son tan difíciles de pronosticar que ni nosotros sabemos cómo se van a desarrollar».
«Esto no era así antes», agregó. «No se extrañen si tenemos siete vencedores distintos después de Montreal», acotó, aludiendo al Gran Premio de Montreal, la próxima cita de la F1, el 10 de junio.