En el marco del simposio «Guatemala 2012 – Nunca Más» realizado a principios de noviembre en la ciudad de Frankfurt am Main en Alemania, se realizó una muestra de cine guatemalteco, con el tema de la violencia y la memoria, en la cual se presentaron varias películas de cineastas guatemaltecos, alemanes y guatemaltecos/mexicanos.
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Entre ellas «Distancia», «Marimbas del Infierno» y «El Regreso de Lencho». Por haberlas visto con solo un día de distancia, me atrevo a hacer una reseña comparativa de estas tres películas.
DISTANCIA
Distancia es una película perfecta. Con esto quiero decir que Sergio Ramírez ha sido muy cuidadoso con cada detalle dentro de ella. La música, la cámara, la elección de los personajes, el contenido. Si Distancia fuera una melodía, podría decirse que es una pieza compuesta de variaciones de un mismo tema. En este sentido también, la película puede decirse que es minimalista. Hay un solo tema, que es la distancia. Y a partir de este tema el director describe las distintas distancias que dividen la sociedad guatemalteca y a la vez la caracterizan:
1) la distancia entre clases sociales
2) la distancia que viene de las distintas historias de cada personaje
3) la distancia que proviene de la pertenencia a los distintos grupos que participaron durante la guerra
4) la distancia del idioma
5) la distancia física
6) la distancia entre géneros
7) la distancia entre generaciones
8) la distancia que imponen las armas
9) la distancia que impone la dificultad de locomoción
10) la distancia de la ausencia
Como en una magnífica obra minimalista, la repetición del tema no resulta en una historia aburrida, sino en un conjunto congruente e interesante. Y no solo eso, es a través de estas distancias que el director logra de manera magistral crear un ambiente de tensión, sin necesidad de recurrir a efectos especiales, tan solo una palabra, una melodía, un silencio, hacen que el espectador quede prendido de la pantalla con el corazón en la mano.
La historia es sencilla, un hombre, don Tomás Choc, perdió a su familia durante la guerra civil. Un día se entera de que su hija está viva. Después de 20 años podrá encontrarse con ella, pero debe recorrer primero un largo camino para verla. Ese camino que recorre es el contenido de la película. El salvar la distancia que los separa. Para encontrarse, nos dice Sergio Ramírez con su película, es necesario moverse. Y ese movimiento está maravillosamente representado no solo por las distintas formas de transporte que utiliza don Tomás sino también a través de los planos fijos que el director utiliza recurrentemente, en donde la cámara está quieta y son los vehículos y los personajes que se mueven de un lugar a otro. Principalmente en la escena del encuentro. Padre e hija sentados en esquinas opuestas de la pantalla, y después de un largo silencio, don Tomás se acerca a su hija. Esta sutileza en el manejo de las escenas, es la grandeza de la película. Y no solo eso, este movimiento que propone el director, también lo encontramos en los personajes. Al decidirse a hacer una película de ficción basada en historias reales, el director plantea también que es posible ponerse en el lugar del otro, que es otra forma de acortar las distancias y otra forma de movimiento. La ficción como forma de acercamiento al otro. Esto también es algo que se ve en el cuaderno que lleva Don Tomás. La palabra escrita no es solo una forma de preservar la memoria, es creación y una forma de puente sobre el silencio, el tiempo y la ausencia.
MARIMBAS DEL INFIERNO
Si Distancia es la película perfecta, Marimbas del Infierno es la película imperfecta. Antes de que me critiquen por lo que digo, me explico: el estilo de la película de Julio Hernández es precisamente la utilización de lo imperfecto como material estético. En esto también es interesante la utilización de los planos fijos, pero no para mostrar la relación entre inmovilidad-distancia y movimiento, sino para mostrar la dificultad del movimiento y el movimiento como un sin-sentido. Vemos a don Alfonso intentando transportar a pie una marimba por las aceras de la capital guatemalteca, que no están hechas para caminar por ellas. Vemos a Chiquilín jugando a tirar interminablemente la pelota de básquet a la canasta. Y no solo esto. En estos planos fijos, los personajes no están centrados. Es común encontrar al personaje en una esquina de la pantalla, o escuchar una voz en off, todo esto representando una marginalidad que es algo que une a los personajes de la película: un marimbista sin trabajo, un muchacho que huele goma de zapatos y un médico que es músico de rock metalero. No hay héroes en esta película. Todos los personajes tienen sus defectos y el director los muestra casi en una manera exhibicionista, como lo hace con la cicatriz de Chiquilín. El movimiento es casi imposible. Don Alfonso es un sísifo moviendo su marimba por las calles, al encuentro de estos personajes también sisifescos que apuestan por un proyecto innovador pero que tiene todo en su contra: un concierto que une la marimba con la música metalera no tiene lugar en una sociedad conservadora. El concierto sí se lleva a cabo, pero de una forma que el espectador no se espera.
En Marimbas del Infierno los personajes se representan a sí mismos. Don Alfonso es Don Alfonso, Blacko es Blacko, Javier Payeras es Javier Playeras (chiste para iniciados), y Marlov Barrios es Marlov Barrios. Es decir, contrario a lo que sucede en Distancia, aquí tenemos a los propios personajes en autoanálisis y también en un distanciamiento ficcional. No hay protagonismos. Hay mucha autoironía. La única forma de sobrevivir, es no tomarse demasiado en serio, podría querer decirnos Julio Hernández. La realidad y la ficción se mezclan, y al final todos representamos algún papel y la ficción tiene siempre algo de realidad. Y parecería que el mensaje final es que, a pesar de todas las dificultades, a pesar de todas las imperfecciones, todo lo que dificulta y a la vez motiva el movimiento, como diría Galileo Galilei «y sin embargo, se mueve».
EL REGRESO DE LENCHO
Y allí, entre ficción y realidad encontramos el Regreso de Lencho. Una película collage que mezcla arte con activismo político, erotismo y memoria histórica. El comic, el grafiti, la literatura, el hip-hop, la música, la cocina, el sexo, las drogas: todas distintas maneras de creatividad, distintas creatividades para enfrentar la represión y la mediocridad. Lo importante es la acción. Aquí la acción, la modificación de la realidad es lo central. El arte como esperanza. Por eso aquí hay pocos planos fijos, más que nada planos medios y acercamientos. La cámara en movimiento explora el entorno. La cámara no es testigo pasivo sino activo. Interesante las escenas de cocina, la cocina como un arte más, el arte que nutre y da placer.
Hay algo en lo que Marimbas concuerda con Lencho, y es el cuestionamiento del orden y la legalidad. Cuando la burocracia es un obstáculo y la ley represión, hay que buscar alternativas. Una especie de desobediencia civil. La ilegalidad como resistencia, contra ese “orden” que dificulta el movimiento (representado en Lencho con la policía y el jefe de la maquila y en Marimbas con las instituciones culturales y la propiedad privada).
Si en Distancia las personas representan a otros, y en Marimbas a sí mismos, aquí también encontramos de nuevo una mezcla: hay gente que se representa a sí misma (como Nim Alae o Manuel Chitay) y gente que representa a otra, como cuando una de las protagonistas que lee poemas de Rosa Chávez en un bar El Olvido que no es el verdadero bar El Olvido. Podríamos leer en esto que no es que seamos prescindibles, pero seamos nosotros o sean otros, la acción no para, continúa.
Es de notar que a diferencia de Marimbas y Distancia, en El Regreso de Lencho las mujeres tienen un rol principal, son independientes y tienen una vida creativa. (Tanto en Distancia como en Marimbas la creatividad es masculina, no por exclusión, sino por enfoque). Por otro lado, la sensualidad está omnipresente en la película, y no es exclusivamente femenina. La sensualidad es parte indispensable del proceso artístico y lo acompaña y lo motiva.
Otra diferencia entre las películas, es que mientras en Marimbas del Infierno y Distancia, el grupo está compuesto de polos en tensión constante, en El Regreso de Lencho el grupo funciona y los proyectos colaborativos se realizan.
A MANERA DE CONCLUSIÓN
Estas son, pues, tres películas que con puntos de vista distintos, desde generaciones y posiciones distintas, pero que confluyen en la apuesta por el arte, en hablarnos de la necesidad de la acción y el movimiento en una sociedad a la que se le intenta inmovilizar a través de la burocracia, la represión, la marginación, “el orden y las buenas costumbres” y las distancias reales y creadas.
Después de verlas y de ver que el esfuerzo de estos tres directores resultó en tres grandes películas, solo nos dan ganas de decir con ellos y con todos los movimientos culturales que sobreviven y se siguen reproduciendo, que bueno que “sin embargo, se siguen moviendo”.
Distancia y Marimbas del Infierno se estarán presentando del 30 de noviembre al 6 de diciembre en los cines Capitol en Guatemala. Y se espera que El Regreso de Lencho sea presentado el próximo año en Guatemala con el proyecto #HipHop4Peace.
“El estilo de la película de Julio Hernández es precisamente la utilización de lo imperfecto como material estético. En esto también es interesante la utilización de los planos fijos, pero no para mostrar la relación entre inmovilidad-distancia y movimiento, sino para mostrar la dificultad del movimiento y el movimiento como un sin-sentido.”