Encarnizados combates con una pausa cerca del mediodía libraban hoy, por tercer día consecutivo, en el campamento palestino de Nahr al-Bared, al norte del Líbano el ejército y los islamistas de Fatah Al-Islam, ambos dispuestos a pelear hasta el fin.
El bombardeo del campamento por parte de la artillería y de los tanques se reinició hoy.
El grupo islamista Fatah Al-Islam, que prometió derramar su sangre hasta «la última gota», amenazó con extender los combates a otros lugares del Líbano y reivindicó dos atentados en la capital Beirut, el domingo pasado y ayer.
Nubes de humo negro se elevaban, nuevamente, este día por encima de Nahr El-Bared, uno de los mayores campamentos palestinos del Líbano, con unos 31.000 refugiados, convertido desde fines de 2006 en plaza fuerte del Fatah Al-Islam.
Cerca del mediodía, hubo una pausa en los combates, lo que debería permitir la llegada de ayuda y la evacuación de los heridos y los muertos.
Un convoy de la agencia de las Naciones Unidas para la Ayuda a los Refugiados Palestinos (UNRWA) esperaba la autorización para poder ingresar al campamento.
Desde hace tres días, el ejército libanés trata de someter al grupo sunita, acusado de actuar para los servicios secretos sirios con la finalidad de desestabilizar al Líbano, así como de estar vinculado con Al-Qaida.
El Fatah al-Islam, compuesto de palestinos, libaneses, sirios y de otros países árabes, dispone al parecer de armamento suficiente para soportar un sitio y bombardear al ejército, cuando importantes efectivos militares tienen cercado el campamento desde el domingo.
En el cerco del campamento ubicado junto al mar cerca de la frontera siria también participan dos lanchas de la marina.
Hasta el momento han muerto 65 personas en los combates, los más graves desde el fin de la guerra civil en el Libano (1975-1990).
El lunes, después de negociaciones indirectas con los islamistas, el gobierno libanés, apoyado por los países occidentales y resultado de la mayoría parlamentaria anti-siria, se declaró dispuesto a una tregua.
Pero la determinación manifestada por las partes desestimó toda esperanza de tregua.
«Si el ejército prosigue sus ataques, nuestros combatientes están dispuestos a luchar hasta la última gota de sangre», declaró el martes Abú Salim Taha, portavoz del Fatah al-Islam.
De su lado, el ministro de Información Ghazi Aridi afirmó que el gobierno «está determinado a responder a toda agresión y a poner fin a este peligroso fenómeno que puede extenderse».
El martes, los contactos proseguían, sin embargo, para tratar de lograr una tregua.
El primer ministro libanés Fouad Siniora se reunió con el representante de la Organización de Liberación Palestina (OLP) en el Líbano, Abbas Zaki, con la finalidad de examinar los medios para salir de la crisis.
Este nuevo estallido de violencia, además de los dos atentados en Beirut, hicieron surgir nuevos temores de desestabilización en el Líbano, presa de una crisis política vinculada al proyecto de un tribunal internacional para juzgar a los asesinos del ex primer ministro Rafic Hariri.
El lunes, el embajador sirio ante la ONU Bashar Jaafari, desmintió todo vínculo con el Fatah Al-Islam relacionando los combates a presiones sobre el Consejo de Seguridad para que adopte el proyecto del tribunal.