Disminuyen remesas


Otro factor hoy en dí­a recrudece más la crisis económica mundial. Pero mayormente en nuestro paí­s, no digamos en el interior, con énfasis preocupante en las abandonadas áreas rurales. El fenómeno aludido obedece a la disminución de remesas familiares, procedentes de guatemaltecos ofreciendo su fuerza de trabajo en Estados Unidos de América.

Juan de Dios Rojas

Cuantitativamente son incontables connacionales que mediante verdaderas odiseas y calvarios al lograr el ingreso, obviamente en condición de ilegales, enví­an dólares a los suyos. El sacrificio, aparte del riesgo de ser deportados tiene su recompensa al momento de contribuir al sostenimiento de núcleos familiares, razón de su misión.

Muchos años atrás el sostenimiento de tal actitud, muestra evidente del amor por su gente ha cumplido esta meta digna de encomio. Cabe puntualizar inclusive se privan hasta de lo más indispensable, a fin de cumplir con enviar las remesas «religiosamente». Referente a quienes constituyen el papel de recipiendarios y beneficiarios, diremos.

Indirectamente las mismas toman el nombre de divisas y sustentan bastante el colchón financiero estatal, situación por demás bonancible. Aunque sustancialmente sirve para mejorar las condiciones de vida de los beneficiados. De una u otra manera, a ojos vista, basta un simple paso por aquellos rumbos a efecto de constatar tanta mejora.

Sobre todo en el orden de reconstrucción, o remozamiento tipo moderno de sus inmuebles. Notorio el desarrollo económico social a causa de las remesas. Aunque no puede ocultarse en algunos casos cómo el mal uso, peor todaví­a, el ingrato derroche con esas sumas contantes y sonantes en su poder, desdice demasiado con el móvil de su enví­o.

Pero en términos generales hasta la fecha las remesas aludidas bajaron a lí­mites considerables a no dudar, ostensible disminución, origen inmediato de abrirle o franquearle la puerta a situación innegable de crisis. En circunstancias proclives al rumbo mismo de la sobrevivencia en avance. Agudiza alarmante la existencia de más pobreza.

De una relativa situación de liquidez durante el paso del tiempo de mala cara precisamente en ocasión de innumerables fenómenos naturales al ritmo de la época lluviosa, ahora se pasa hasta el señalamiento de extrema pobreza. Pobladores de aldeas remotas de condición rural están pasando penas ante la disminución de las remesas en picada.

Hay que destacar esos casos extendidos a los cuatro vientos de buenas costumbres y usos derivados de ese flujo monetario considerable, hoy por hoy se fueron por la borda. De consiguiente, forzosamente las varias veces mencionados beneficiarios ahora deben adoptar diferentes modos que obligan a buscar nuevas fuentes de ingresos.

Los administradores de infinidad de hogares sin los ingresos periódicos devenidos de las remesas familiares, puestos los pies sobre la tierra tienen enormes responsabilidades de salir a flote en otras circunstancias. La búsqueda de fuentes de trabajo en medio de cesantí­as, recortes de empleos y cierre de empresas ponen en qué pensar.

Una cosa trae otra, sin pecar de ave de mal agí¼ero, pensamos que al final de cuentas podrán ingresar a las filas delincuenciales por obra y gracia de la imperiosa necesidad. Formulamos sinceros votos en el sentido que algún paliativo, al menos, podrí­a ganar espacio. Tiempos mejores vendrán quién sabe cuando, empero vendrán.

El cúmulo de situaciones recalcitrantes y adversas rebasa cualquier cálculo emergente, en procura de salidas ajenas a complicaciones económico-sociales. Existen ciclos crí­ticos en el mundo, y Guatemala dista de ser una isla, tampoco una torre de cristal. La esperanza sobrevive y da alientos a los ánimos, ojalá realicen mejoras. Así­ sea.