Espero que disfruten su principio de semana con dos breves historietas que les hagan sonreír.
Q- Romualdo Fidelidad sorprende a su mujer en la cama con otro hombre. Busca una pistola y con cuidado, para no ser percibido por los amantes, apuntó detenidamente, pero cuando estaba a punto de jalar el gatillo se puso a pensar lo que iba a hacer. En ese momento se dio cuenta de que su vida de casado había mejorado durante los últimos meses.
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La esposa ya no le pedía dinero para comprar alimentos ni para adquirir sus vestidos, calzado, joyas y otros objetos, aunque frecuentemente estrenaba ropa y zapatos. Los niños se trasladaron de la escuela pública del barrio a un colegio privado, y qué decir de la Minivan nueva que su mujer había comprado, pese a que a Romualdo no le habían aumentado de sueldo y él había dejado de pasarle el gasto a su esposa.
Nunca había tenido tanta abundancia en su casa como durante estos meses, y hacía tiempo que no había oído hablar de las cuentas del teléfono, energía eléctrica, agua potable, IUSI, celular, Internet, cable y tarjetas de crédito. Y su mujer era un mangazo que levantaba olas.
Romualdo guardó el arma sigilosamente y salió despacio del cuarto, para no molestar a la pareja. Se paró en la puerta de la calle, encendió un cigarrillo y se puso a reflexionar, diciéndose a sí mismo: -El tipo ese paga la servidumbre, el supermercado, la educación de los niños, las cuentas de la casa, el carro ¡todos los gastos! Y yo me acuesto con mi mujer todas las noches y de gratis. ¡Qué suerte la mía, el cornudo es él!
Q- Un arrogante funcionario del Ministerio de Agricultura y Alimentación, que no es de Guatemala, hace una inspección oficial en una pequeña finca de un modesto agricultor que, además, tiene un par de vacas y un toro semental.
El altivo burócrata le dice al anciano dueño del inmueble que quiere ver un nacimiento de agua. El mediano agricultor accede, pero le pide por favor que no pase por un lote cercado con alambre de púas. El prepotente funcionario, para demostrar su autoridad, saca a relucir un carné que lo acredita como ingeniero forestal al servicio del MAGA, a la vez que con voz altisonante le grita al finquero: -¡Yo puedo entrar a donde me ronque la regalada gana, porque soy alto funcionario del Gobierno y asesor del señor Presidente! El anciano finquero se alza de hombros y sigue su tarea.
El tecnócrata hizo caso omiso de la advertencia y entra al pequeño terreno cercado con alambre, cuando de repente mira que un gran toro semental se le viene encima. Comienza a correr y clamar: -¡Ayúdeme, por favor! ¡Sáqueme de aquí! El viejo campesino observa la escena y se limita a gritarle: -¡El carné, el carné, muéstrele el carné!