El presidente ílvaro Colom, a pesar de ser el sí­mbolo de la unidad nacional, no ha dudado en distintas ocasiones en mezclar los discursos de unificación y polarización social, al punto que dividen y confunden a la población.

Los discursos presidenciales, que hacen referencia a «las dos Guatemalas» y al llamado a la población beneficiada con los programas sociales del Consejo de Cohesión Social a defender «sus proyectos», han sido una constante desde el inicio de la actual gestión de Gobierno.

El mandatario recurre casi siempre a la misma exposición, defendiéndose de las crí­ticas de la oposición y de la información de los medios de comunicación.

Sus discursos, sin importar si se trata de personas de la tercera edad, niños, o jóvenes, destacan entre otras cosas, la gratuidad en salud y educación y la entrega de ayuda a «los que menos tienen», como les denomina a los beneficiados.

Rosa Marí­a de Frade, diputada y secretaria de Comunicación Social durante el gobierno de í“scar Berger, asegura que independientemente de los grupos a los que el Presidente se dirija, como mandatario no debe recurrir a mensajes confrontativos o ataques a la oposición y utilizar un lenguaje adecuado.

«Un mandatario puede mantener un mensaje clave, un tema que quiera reforzar o mantener, pero en reuniones con grupos y objetivos diferentes debe dirigirse al tema al que se refiere la actividad y tocar solo en algunos puntos el mensaje que se quiere reforzar», dice la ex funcionaria.

Por su parte, el director de la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de San Carlos, Gustavo Bracamonte, indica que el problema no es que el mandatario utilice el mismo discurso, porque esto se hace cuando se quiere afianzar una idea, «el problema es que el discurso no se adapta al público al que se dirige», explica.

Por ello, Bracamonte indica que el lenguaje debe ser diferente, tanto al dirigirse a empresarios, a sindicalistas o campesinos, esto aunque se utilice el mismo discurso.

COMUNICADOS DE PRENSA

«Acciones oscuras para generar un ambiente de inestabilidad a través de la opinión pública», «opulencia e individualismo mercantilista de oscuros personajes y grupos interesados en fomentar la zozobra e incertidumbre en la población, desestabilizar al Gobierno y perpetuar la corrupción e impunidad», fueron denunciadas mediante un comunicado por el Gobierno.

El uno de julio pasado, la presidencia indicó que mediante reportajes e información distribuida en diferentes medios de comunicación se atentaba contra la institucionalidad del Estado, la seguridad de la población y la gobernabilidad del paí­s. Un dí­a después, (La Hora, 2 de julio), el Comité Coordinador de Asociaciones Agrí­colas, Comerciales, Industriales y Financieras (CACIF), se pronunció en contra de esta publicación por considerar que «se hacen aseveraciones, en lenguaje y tono que antagonizan con diversos sectores de la sociedad y provocan un ambiente de confrontación».

El Movimiento Nacional por el Paí­s (MNP), conformado por doce abogados, interpuso un recurso de amparo en la Corte de Constitucionalidad en contra del presidente ílvaro Colom por los campos pagados, indicando que, como sí­mbolo de Unidad, el mensaje motivaba a la violencia y confrontación.

El 7 de julio, ílvaro Colom, durante el programa radial Despacho Presidencial, se refirió al campo pagado del Ejecutivo señalando que el objetivo de la publicación no era violentar la libertad de prensa, pero hizo un llamado a beneficiados con los programas sociales ante las personas «a las que no les gusta un Gobierno que piense en los que menos tienen».

«A las 564 mil familias de Mi Familia Progresa, a las más de 100 mil familias de Bolsas Solidarias, a los que vieron al Gobierno solidario con ellos en la tragedia y ahora a los de TransUrbano, a todos ellos les digo, hay gente a la que no le gusta un Gobierno que piense en los que menos tienen, yo sí­ me preocupo de la gente que está abandonada.», fueron sus palabras.

El gobernante también indicó: «A todos ellos les digo, este Gobierno no ha confrontado nada ni ha violentado nada, pero no lo han dejado tranquilo ni un minuto y ha tenido agresiones como en ningún otro Gobierno, pero hago una reiteración a la unidad nacional, lo estoy haciendo desde el 14 de enero de este año», además señaló que su prioridad es la tranquilidad y estabilidad del Estado.

PAZ Y ARMONíA

De Frade señala que el presidente ílvaro Colom debe pronunciar un discurso basado en lo que establece la Constitución Polí­tica de la República, orientándose al mensaje de unidad y a la vez hacerse responsable de las diferentes polí­ticas de su gobierno.

«El mensaje debe ser con respeto a los derechos de las personas, y dar respuesta a los principales problemas a los que se enfrenta la población», señala la experta.

En el tema de la confrontación, Bracamonte expresa que esto puede tratarse de una estrategia en cuanto a lanzar discursos que confronten para distraer a la población.

La descalificación depende de las circunstancias y la coyuntura porque es un perí­odo preelectoral, señala el experto en comunicación, pero indica que el mandatario «debe tratar a la oposición de otra forma, su defensa debe ser de alguna manera más inteligente para no dar oportunidad que la oposición tome ventaja».

En cuanto a la asesorí­a que debe tener el mandatario, el director de comunicación considera que estos son beligerantes y asesoran en ese sentido procurando que el discurso sea de ese tipo, «hay que hacer un análisis de cómo debe actuar el Presidente y tener una evaluación constante de la comunicación para proponer otras maneras de comunicación de parte del mandatario», señala Bracamonte.

LA DIFERENCIA

Existe una clara diferencia entre el discurso que debe ser pronunciado por un mandatario y el que tiene permitido expresar un candidato presidencial, así­ lo señalan los consultados.

La ex secretaria de comunicación explica que algunos artí­culos constitucionales garantizan la libre emisión del pensamiento; por ello, los funcionarios pueden ser objeto de crí­tica y el Presidente debe respetar ese derecho.

«Lejos de llamar a confrontación y pronunciar ataques, debe dar solución, no enfocarse en la forma de criticar de la oposición porque este es reflejo del sentimiento de la población; el mandatario debe dar respuesta a problemas de Nación y no responder a la oposición», dice De Frade.

Por su parte, el candidato presidencial hace planteamientos, planes y propuestas a futuro que se pondrí­an en funcionamiento en caso de ganar las elecciones, además, este puede formular planes y emitir opiniones sobre el funcionamiento del Estado, explica la entrevistada.

Para Bracamonte, la diferencia entre uno y otro personaje es que el Presidente debe dirigirse a toda la nación, no a su grupo o partido.

«Allí­ hay una diferencia sustancial, porque el candidato puede decir cualquier cosa, pero el Presidente debe dar un mensaje de unidad y concordia y dirigido a toda la nación», señala.

Se buscó la postura de Ronaldo Robles, secretario de Comunicación Social de la Presidencia, por medio de llamadas y a través de mensajes de texto, pero estos no fueron contestados.