Diputados, ví­ctimas de difamación


Tienen razón de estar para cachimbazos cuatro incorruptibles y distinguidos diputados del no menos honorable y bienamado Congreso de la República, con el circunspecto parlamentario Jorge Méndez a la cabeza, porque son ví­ctimas de una campaña de difamación en contra de tan dignos legisladores, integrantes de la bancada de la invicta GANA.

Eduardo Villatoro

Como posiblemente usted estará enterado, los congresistas Virna López, Jaime Martí­nez Loaiza y Waldemar Barillas, en un acto que pone de relieve su grandeza de corazón, abandonaron sus cálidos hogares y confortables curules donde posan sus blando glúteos, para emprender un fastidioso viaje a la inculta e incómoda ciudad de Parí­s, con el propósito de participar en un seminario auspiciado por la organización Parlamentarios por la Acción Legal, pero al llegar a la inhóspita capital de Francia se enfrentaron con la cruda realidad de que no habí­a ninguna actividad en la que pudieran lucir sus vastos conocimientos.

Habí­an sido ví­ctimas de un vil engaño que no se explican. Sobre todo porque el Congreso erogó Q136 mil en viáticos. La más ofendida es la señora Virna López, quien, entrevistada por la ví­a telefónica dijo comprensiblemente enfadada «estoy muy indignada», además de externar sus excesiva «molestia por hacer un viaje tan largo», pidiendo que se investigue la procedencia de la inexistente invitación, al subrayar que como ella es abogada (razón suficiente para que nadie dude de su honorabilidad) sospecha que el caso «puede tener un tinte polí­tico» por ser tan grosera la difamación.

Otro de los í­ntegros legisladores calumniados, el irreprochable señor Martí­nez Loaiza, jefe de bancada de la perí­nclita GANA, declaró que habí­a sido engañado porque simplemente recibió instrucciones de don Jorgito, a quien algunos le llaman cariñosamente Pantera Rosa, que le ordenó «Te vas a Parí­s», y el sumiso legislador sólo agachó la cabeza, lió sus bártulos y con un beso en la frente a sus amados hijos y consorte, partió a regañadientes a la Ciudad Luz.

El preclaro parlamentario Martí­nez ya tiene antecedentes de turista forzado. Hace un par de años se vio obligado a viajar a Trinidad Y Tobago a presenciar un partido de la selección de fútbol de esas dos islas contra el combinado de Guatemala, en su notable calidad de miembro de la Comisión de Deportes, del Congreso, además de que ha sido señalado injustamente de hacer negocios no muy cristalinos a expensas del Crédito Hipotecario Nacional.

Por su parte, el congresista Waldemar Barillas estima que se han aprovechado de su buena fe, pero jura con la mano en alto que «no quiero pensar que esto es una confabulación», aunque «no entiendo qué pasó». Simplemente tomó entre sus lí­mpidas manos el dinero de los viáticos, los boletos aéreos y su pasaporte. Con mal disimulada tristeza se despidió de los suyos y partió.

El gentil señor Méndez es el cuarto diputado de la GANA que desde la presidencia del Congreso, con sus tiernos ojitos desorbitados muestra su turbación, porque piensa que alguien, no se sabe quién, falsificó la invitación, probablemente para hacerle daño a su exitosa, cristalina y exuberante gestión al frente de la Cámara.

Probablemente, a su retorno de Parí­s, los tres viajeros ya tengan respuestas a sus interrogantes, para que no se ponga en duda sus intachables antecedentes.

(En un hotel de Parí­s, el diputado Romualdo Martí­nez Transa le pide a su colega Variyas -Alcanzame otro shampú. El aludido indica: -Pero si allí­ tenés uno cerca de vos. El otro repone: -Sí­, pero es para cabello seco, y yo ya lo tengo mojado).