Dios ya sabe quién será el presidente electo que el pueblo sabrá al final de la Segunda Vuelta. í‰l conocía a Guatemala millones de años antes de la fundación del mundo.
La lucha a muerte que existe en los candidatos punteros, es inútil, estéril y sólo complicará las cosas de este lindo país digno de un mejor destino. El actual proceso electoral debe ser y es una fiesta cívica, no una guerra. Si seguimos peleando y haciendo de cada vaso de agua una tempestad llevaremos más dolor a una patria linda y herida por nosotros mismos.
Guatemala necesita trabajo, sabiduría, acción, honradez, austeridad y unirnos todos como un solo hombre para sacarla adelante y dignificarla con una lucha sin cuartel contra la pobreza, el analfabetismo, las altas tasas de mortalidad; convertir las actuales cárceles públicas en granjas donde los presos se convierten en obreros, labradores que salgan de su miseria espiritual para transformarse en hombres productivos. Con oro se destruye y sólo con paciencia se edifica. Ya es tiempo que se escuche a los viejos zorros de la política, la educación, la ciencia y la cultura y que se ponga oídos sordos a los que presagian tempestades.
Es urgente convocar a esos 50 cerebros que ya están en el otoño de su vida para convertirlos en 50 notables que adviertan la ruina que vendrá si no pensamos y actuamos con cordura, con sabiduría e inteligencia.
Viene al caso recordar aquellas palabras pronunciadas y registradas por la historia: «Día vendrá ¡¡Oh Roma Imperial cuando veas muertos todos tus guerreros y acabada tu gloria!!»