Dinero para seguridad


Reaccionando al clamor ciudadano para que mejore la seguridad pública, el presidente Colom convocó a los dirigentes polí­ticos del paí­s para hablar del tema y les pidió apoyo para que se pueda invertir una suma muy respetable en esa materia y los secretarios generales de los partidos, por supuesto, compartieron las preocupaciones del mandatario. Sin embargo, es preciso decir que el problema requiere de esa inyección de recursos, pero no se resuelve simplemente con más dinero, sino que hace falta un avance serio en la transformación del sistema nacional de seguridad.


Enriquecer a la PNC actual es un desperdicio porque la mayorí­a de esos recursos serán puestos al servicio del crimen organizado que goza de protección policial y por lo tanto lo único que haremos es darle más recursos a quienes son guardianes de los intereses del narcotráfico y de otras instancias criminales. Por ello es que hemos insistido en que la depuración tiene que ser profunda y que no podemos apostar otra vez a un reciclaje que ya se mostró fallido porque dejó en sus puestos a quienes estaban comprometidos con bandas de delincuentes.

El dinero que requiere el Presidente será en realidad dinero para seguridad si hay cambios de fondo en la forma en que actúa la Policí­a y también en los compromisos del Ejército porque en ambos casos es indudable que ha existido una nefasta penetración que no sólo ha minado a esas instituciones, sino que ha causado un serio daño al paí­s. Cabalmente la complicidad de agentes del Estado es lo que ha facilitado la creación de esos grandes corredores por los cuales se mueve la droga con absoluta libertad y por ello es que Guatemala se ha convertido en un paí­s muy atractivo para los narcotraficantes, pues una de las condiciones que les ofrece es la facilidad de hacer que las mismas fuerzas de seguridad les protejan a ellos.

Es como lo que pasó con el Ministerio Público, puesto que se le metió dinero a manos llenas y no sirvió absolutamente para nada en términos de combate a la impunidad. Por el contrario, los fiscales comprometidos con el crimen pudieron enredar más los casos y enturbiar más las situaciones al disponer de recursos, pero nunca concretaron condenas porque, al fin y al cabo, esa no es ni ha sido la función que persiguen por más que sea la que la ley les asigna.

En ese sentido compartimos el interés del Presidente por mejorar la seguridad, pero creemos que primero tiene que darse la reforma profunda de las fuerzas del orden para cortar el ví­nculo con los poderes paralelos del crimen organizado.