El mundo del tenis le ve potencial de número uno, pero para el búlgaro Grigor Dimitrov lo importante hoy pasaba por las oportunidades perdidas en un partido que no estuvo lejos de ganar ante el español Rafael Nadal. Tan triste estaba, que se fue llorando del estadio y volvió a hacerlo ante la prensa.
«Duele», dijo con dificultad el búlgaro de 22 años tras perder 3-6, 7-6 (7-3), 7-6 (9-7) y 6-2 en los cuartos de final del Abierto de Australia, su primera presencia en esa instancia de un Grand Slam.
El tercer set fue decisivo en el encuentro, y Dimitrov perdió en él dos set points con groseros errores de derecha.
Con Nadal sacando 5-6 y 30-30, ocurrió algo impensable: el español pegó una volea con el marco de su raqueta y convirtió el tiro en home-run. Segundos después, con set point a favor, Dimitrov hizo exactamente lo mismo.
Ya en el tie break, con 6-5 y su saque, Dimitrov sacó a 201 kilómetros por hora, abrió la cancha a la izquierda de su rival y tuvo todo libre para definir de derecha al otro sector: la tiró afuera.
Con Nadal sacando 6-7 para otro set point a favor del búlgaro, Nadal reaccionó a la perfección. Saque abierto al revés, ataque al otro extremo y volea cambiando otra vez la dirección.
«El primero, el primero es el que me vuelve loco», agregó Dimitrov al recordar los set points.
«Duele, pero estoy feliz de haber tomado la decisión. Una vez que la tomas, no miras para atrás. Es como en la vida. Cometes errores, están en el pasado».
«Tengo que dejar eso en el pasado, es un tiro duro, sabes», afirmó antes de que las lágrimas comenzaran a asomar sin control. «Estoy seguro de que pude haber hecho algo distinto, estoy seguro de que pude haber hecho algo distinto», repitió.
«Pero en un partido todo se decide en un segundo. Es dentro o fuera».