Dificultades para administrar la crisis


Oscar-Marroquin-2014

Las finanzas nacionales están en período de vacas flacas porque los ingresos fiscales, sempiternamente raquíticos, se han caído aún más luego del remedo de reforma fiscal que realizó, con la complicidad de un Congreso que nunca lee ni estudia las leyes que aprueba, este gobierno al iniciar su período. La licenciada María Castro se hizo cargo de la cartera cuando Pavel Centeno cayó en desgracia y recibió el encargo de administrar la crisis, lo que, como o entendería cualquier funcionario responsable, demandaba contener el gasto público para evitar que se disparara el déficit.

Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt


Ser Ministro de Finanzas en época de vacas gordas puede ser relativamente placentero, pero desde hace mucho tiempo en Guatemala, mientras más responsable es el titular de la cartera, mayores sus sufrimientos y choques con otros funcionarios porque todos piden asignaciones sin aceptar las fundadas razones de un Ministro que ofrece excusas y que trata de racionalizar el uso de los recursos.
 
 Algunos dicen que la renuncia de la licenciada Castro es porque metió la pata en la aprobación del préstamo del BCIE con dedicatoria a Sigma, porque no se incluyó la ampliación presupuestaria y la misma tuvo que aprobarse posteriormente, lo que a lo mejor le costó algo más de plata a quienes tienen que pagar por cada voto que se logra en el Congreso de la República. Sin embargo, habían trascendido diferencias muy marcadas entre prácticamente todo el Gobierno y la Ministra porque ella se dispuso actuar con sentido de responsabilidad y, como lo haría cualquier persona en el seno de su hogar, quiso ajustar los gastos a la disponibilidad financiera para no caer en un déficit inmanejable.
 
 Ayer el presidente del Banco de Guatemala habló de la situación financiera del país y dijo que los montos de la deuda aún son manejables en relación al Producto Interno Bruto, explicación útil para justificar la cadena de dictámenes favorables que la Junta Monetaria que él preside ha dado para nuevo endeudamiento. Sin embargo, no pudo dejar de mencionar que el problema no está en la relación de nuestra deuda con el PIB, sino en la relación de la recaudación con el Producto Interno Bruto, porque los préstamos hay que pagarlos y para ello, dijo, haría falta que la carga fiscal se elevara por lo menos al 14% del PIB, cifra de la que estamos muy lejos.
 
 Eso pone en peligro la estabilidad macroeconómica que ha sido la principal fortaleza de nuestra economía que le debe tanto a las remesas de los migrantes que son el pilar de nuestra subsistencia. Mientras no haya ingresos razonables, es obligado contener el gasto y eso hace cualquier buen financista, pero molesta a cualquier buen politiquero de los que tanto abundan aquí que no entienden de visiones de largo plazo, de problemas estructurales en el tema fiscal y que necesitan gastar para quedarse con el moco correspondiente.
 
 No hay peor problema para administrar la crisis que la voracidad de autoridades que necesitan gastar para volverse millonarios y ese drama a lo mejor le ha costado el puesto a la Ministra de Finanzas que creyó que habría respeto a lo que dicta el más elemental sentido común.