Dificultades en visas perjudican al sector turí­stico


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Frente a turistas como Agustina Ocampo, a los empresarios del sector turí­stico se les hace agua la boca.

Por CRISTINA SILVA LAS VEGAS / Agencia AP

La argentina de 22 años gastó recientemente más de 5 mil dólares en comida, alojamiento y ropa en Las Vegas, en un viaje que también abarcó Seattle, Disneylandia y el zoológico de San Diego. Pero Ocampo duda de que regresará pronto.

«Es un dolor de cabeza», dijo la estudiante, quien debió esperar durante varios meses la aprobación de su solicitud para una visa de turista.

Más de una década después que el gobierno federal endureció los requisitos para obtener visa tras los ataques del 11 de septiembre de 2011, los visitantes del exterior dicen que los obstáculos son desalentadores y a veces insuperables.

El sector turí­stico espera que eso cambie con su campaña para convencer al Congreso de que reforme el proceso de solicitud de visas del Departamento de Estado.

«Después del 11 de septiembre estábamos consternados y muy preocupados por la seguridad, y creo que esa preocupación todaví­a existe», dijo Jim Evans, ex presidente de una cadena hotelera que encabeza ahora una campaña para promover el turismo extranjero.

Pero al mismo tiempo, dijo, Estados Unidos tiene que ser «más consciente de la importancia de cada viajero individual».

Lí­deres del sector turí­stico dicen que la caí­da del turismo extranjero durante el decenio pasado provocó que empresarios y trabajadores estadounidenses dejaran de recibir 859.000 millones de dólares y que no se crearan al menos medio millón de empleos, ambas necesidades acuciantes para una economí­a en lenta recuperación.

Aunque el Departamento de Estado ha mejorado últimamente los servicios para turistas, será difí­cil reducir el tiempo que requiere la obtención de la visa, en momentos en que las autoridades intentan equilibrar el control de las amenazas terroristas y la inmigración no autorizada con las estrecheces presupuestarias que impiden contratar personal.

«La seguridad es nuestra primera tarea», dijo Edward Ramotowski, director de los servicios de visa del departamento. «Si tenemos un sistema de visas es para velar por el cumplimiento de las leyes de inmigración de Estados Unidos».

Los promotores del combate a la inmigración no autorizada sostienen que el ingreso al paí­s es demasiado fácil y que admitir a más visitantes significarí­a un mayor riesgo.

«Todos quieren encontrar la manera de admitir a la mayor cantidad posible de personas, siempre y cuando al terminar su visita regresen a su paí­s», dijo Jessica Vaughan, directora de estudios polí­ticos en el Centro de Estudios de Inmigración, un grupo con sede en Washington que se opone a la inmigración no autorizada.

«Muchos funcionarios consulares subestiman el deseo de la gente de venir a vivir aquí­», aseguró.

En 2001 se emitieron unas 7,6 millones de visas para no inmigrantes, comparado con menos de 6,5 millones en 2010. El número de solicitudes de visa también cayó drásticamente después de 2001. La combinación de estas fuerzas redujo la parte de los viajeros globales que Estados Unidos capta al 12% el año pasado, comparado con el 17% antes de 2001.

La reforma al sistema de visas es impulsada principalmente por la Asociación Estadounidense de Viajes, la gigantesca cámara de las agencias de viajes del paí­s, con el apoyo de titanes empresariales como la Federación Nacional de Minoristas, los Hoteles Four Seasons y Parques y Hoteles Walt Disney. Republicanos y demócratas apoyan los cambios propuestos por medio de seis proyectos de ley en ambas cámaras del Congreso.

Geoff Freeman, gerente de operaciones de la asociación de viajes, dijo que se deberí­a reducir el tiempo de espera de una entrevista para obtener visa a 10 dí­as como máximo.

«Cada dí­a de espera de esa entrevista es un dí­a que esa persona no está aquí­ apuntalando la economí­a estadounidense», dijo Freeman.

Para la mayorí­a de los extranjeros, tomar una decisión de último momento de viajar a Nueva York, Los Angeles, Miami u otro popular destino, sea por placer o negocios, serí­a casi imposible. El tiempo promedio de espera tras la presentación de la solicitud de visa en Rí­o de Janeiro, por ejemplo, es de 87 dí­as, según el Departamento de Estado.

La contralorí­a del gobierno, una agencia apartidista que audita los programas federales, dijo que los tiempos de espera probablemente son muy superiores a lo que se informa porque algunos empleados del departamento no programan entrevistas para perí­odos de alta demanda.

La gran mayorí­a de los turistas provienen de los 36 paí­ses cuyos ciudadanos no necesitan visa para realizar visitas temporales. Los promotores de los viajes quieren añadir a esa lista paí­ses como Argentina, Brasil, Polonia y Taiwán, entre otros, cuyos ciudadanos probablemente no intenten permanecer en Estados Unidos tras el vencimiento de su permiso.

Los turistas de paí­ses como la India, China, México y otras naciones con personas pudientes y ávidas de usar sus pasaportes deben obtener la visa no inmigrante, un proceso costoso tanto en tiempo como en dinero.

Personas que residen lejos de un consulado deben viajar al lugar sin saber si se aprobará su solicitud. En 2011 se aprobó aproximadamente el 78% de las solicitudes de visa de turista.

Los promotores del turismo piden que el departamento adopte la videoconferencia como medio para acelerar las entrevistas. Ramotowski dijo que no hay planes de hacerlo debido a problemas tecnológicos y de seguridad.

Las entrevistas no eran habituales antes del 11 de septiembre, cuando los funcionarios consulares tení­an autoridad para otorgar la visa sobre la base de la solicitud por sí­ sola. Pero desde entonces los requisitos se han vuelto más rí­gidos e incluyen verificación de huellas dactilares y de reconocimiento facial de las fotografí­as.

Los cambios propuestos por el sector turí­stico incluyen otorgar más visas de ingreso múltiple y visas a corto plazo a cambio de tarifas mayores, de la misma manera que se cobra una tarifa mayor al ciudadano estadounidense que solicita un pasaporte con premura.

«No podemos dar (a los viajeros) la impresión de que no son bienvenidos», dijo Rolf Lundberg, el principal cabildero de la Cámara de Comercio estadounidense.

La turista argentina Ocampo, quien pasó sus vacaciones comprando en boutiques y visitando a parientes en California, dijo que estarí­a más ávida de regresar si supiera que deseaban su presencia.

«Todos quieren conocer la Estatua de la Libertad y Disneylandia», aseguró.