La exmandataria Michelle Bachelet, que espera ganar la segunda vuelta presidencial, enfrentará un complicado gobierno al no obtener los candidatos parlamentarios suficientes para promover sus reformas duras, y se enfrentará, además, a una derecha envalentonada después de aguarle la fiesta a la izquierda.
Con casi todos los votos contados, Bachelet, una pediatra de 62 años, obtuvo el domingo el 47% de los sufragios frente al 25% de la conservadora Evelyn Matthei, lo que la obligará a competir en la segunda ronda del 15 de diciembre. Otros siete candidatos quedaron rezagados.
Diversos sondeos indican que la ex mandataria sí ganará en diciembre, pero escrutados la mayoría de los votos del parlamento, tendrá sólo un 51% de los 38 senadores y apenas el 48% de los 120 diputados, con lo que la concreción de sus proyectos de reformas estructurales en la educación se quedan sin piso, al igual que los cambios a la Constitución heredada por la dictadura militar, 1973-1990.
Los cercanos a Bachelet no supieron explicar qué sucedió para que la ex mandataria no ganara en primera vuelta, pese a todos los pronósticos y al triunfalismo que se vivía en su comando.
La ganadora del proceso electoral del domingo fue sin duda la derecha política, pues su máxima aspiración, casi un ideal, era pasar a segunda vuelta –y lo logró– y no resultar fragmentada en el congreso, cosa que no sucedió.
Ya en la celebración en el comando de Matthei se apreciaba la nueva seguridad que invadió al sector, que en los últimos meses vivió uno de los peores momentos de su historia, en lo que influyó que lograron su candidato presidencial único recién al tercer intento, pues el primero renunció por un escándalo financiero, el segundo por enfermedad, y Matthei fue la última opción.
Jovino Novoa, uno de los líderes históricos de la ultraderechista Unión Demócrata Independiente, vaticinó que los resultados parlamentarios de la derecha apoyarán decididamente a Matthei en su enfrentamiento con Bachelet, dando a entender que podrían traspasarle parte de los sufragios.
Mattthei expresó satisfacción ante sus seguidores: La «gente de trabajo» valora «lo que hemos construido» durante la campaña electoral.
«Las puertas de esta candidatura están abiertas a todos los que se quieran unir», aseguró. «A todas las personas moderadas los llamo a no silenciarse y a no dejar de creer que nuestro sueño sí es posible».
Bachelet, por tanto, tendrá que negociar en el parlamento con una derecha que se siente más poderosa, por lo que tendrá que tratar de conquistar a un par de senadores independientes.
La ex mandataria además cuenta con una coalición electoral que no es más que eso, pues sus cinco partidos miembros tienen serias divergencias entre ellos, especialmente el Partido Comunista con el centrista Partido Demócrata Cristiano.
La ex gobernanta sumó a su apoyo electoral aglutinado en la Concertación –el Partido Socialista, el Partido Por la Democracia, los radicales y el Partido Demócrata Cristiano– sumó a los comunistas y bautizó al grupo como Nueva Mayoría.
«Ganamos esta noche y vamos a trabajar para ganar ampliamente en diciembre, y no tengo duda de que lo vamos a lograr», dijo Bachelet ante sus seguidores..
El presidente Sebastián Piñera dijo que el abstencionismo alcanzó al 44%, la cifra más alta desde las seis elecciones presidenciales realizadas desde el retorno a la democracia, en 1990.
«La Nueva Mayoría es mucho más una coalición electoral que una coalición de gobierno», dijo a la Associated Press Marcelo Mella, analista y académico de la Universidad de Santiago de Chile.
Mella añadió que «ese pacto solamente estratégico que caracteriza hoy a la Nueva Mayoría representa un cierto escenario de riesgo, creo que es tan o más determinante que el resultado de las parlamentarias».
La candidata de la izquierda enfrentará lo que Mella llamó oposición bilateral, de la derecha y de la izquierda.
Los comunistas se muestran partidarios de una Asamblea Constituyente, algo rechazado de plano por la Democracia Cristiana. Algo similar pasa con el matrimonio homosexual.
«La presidenta va a tener desde el próximo año una oposición hacia la derecha y por la izquierda», señaló Mella.
Además, hay fuerzas gremiales que han advertido que seguirán con las movilizaciones sociales, especialmente los estudiantes universitarios, los profesores y los trabajadores de la salud, dirigidos estos últimos por los comunistas.
Una de las nuevas diputadas comunistas, la ex dirigente universitaria Camila Vallejo, fue la primera de su sector en advertir que estarán «con un pie en el gobierno y otro en el gobierno».
Los comicios presidenciales, en los que participaron otros siete candidatos, tenían el factor inédito de que fueron los primeros en desarrollarse con voto voluntario e inscripción obligatoria, lo que elevó de 8,2 a 13,5 millones de personas el padrón electoral.
También se eligieron a 120 diputados y a 20 de los 38 senadores, cuyos escrutinios se empiezan a desarrollar.
La queja recurrente el domingo fue el tiempo que tardaban las personas en marcar los cuatro votos, cerrarlos, pegarles una estampilla a cada uno, entregarlos a las mesas de sufragio y luego depositarlos en cuatro urnas diferentes. Algunos ancianos tardaban hasta 10 minutos en el proceso.
«Viajé más de seis horas en la madrugada, desde Concepción a Santiago, porque no podía dejar de votar por Bachelet y los candidatos de la Nueva Mayoría, porque necesitamos el máximo de senadores y diputados para hacer los cambios que nuestra candidata prometió», dijo a la Associated Press el profesor jubilado Hernán Gajardo, de 65 años.
En el sector acomodado de Las Condes, Norma Sunkel, 64 años, socióloga, contó que «voté por Evelyn. Creo que este es un momento histórico… este país necesita cambios, pero democráticos y no violentos».
Más dudas tuvo Sergio Palma, 47 años, administrador público, dijo que «estaba decidido a no hacerlo (votar) porque estoy desencantado de la clase política», pero finalmente dio su voto a Alfredo Sfeir, un candidato ecologista que no tiene ninguna posibilidad de ser electo.