Las fuerzas aliadas en Afganistán están enfrentadas a crecientes acusaciones de «daños colaterales» que, aunque fuesen «exagerados», como afirma la OTAN, conmocionan a la opinión pública y muestran lo difícil que es hacer un balance de las operaciones militares.
La intensificación de los combates en todo el territorio afgano ha aumentado también la guerra de los balances de bajas entre los combatientes de ambos bandos, así como la población civil.
Después de una serie de «daños colaterales» que en junio provocaron las muertes de decenas de civiles, según las autoridades afganas, una nueva polémica se produjo el viernes entre la policía y la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) de la OTAN.
La policía afirmó que al menos 25 civiles murieron en los ataques en la provincia de Kunar (este), balance desmentido por la ISAF, que aseguró haber matado a un «número significativo» de rebeldes, lo que de todas maneras generó una investigación del ministerio del Interior.
En la provincia de Farah (oeste), el jefe del Consejo provincial Abdul Qadir Daqiq dijo el sábado que los habitantes le señalaron la muerte de 108 civiles. Interrogado nuevamente al día siguiente, aseguró que los muertos eran tres.