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Las muertes se produjeron tras el asalto al campamento de Faluya, a unos 70 kilómetros al oeste de la capital, que también dejó 40 heridos.

   En la cercana Ramadi, la capital provincial de Anbar situada a 100 kilómetros al oeste de Bagdad, las fuerzas de seguridad desmantelaron las tiendas de campaña de los manifestantes, informó un portavoz del gobierno central.

   Además, en el lugar se hallaron dos automóviles preparados como carros bomba, que fueron desactivados por expertos del Ejército, añadió. Sin embargo, el portavoz no confirmó informaciones de medios que habían señalado que también en el desalojo de Ramadi se habían producido víctimas mortales.

   Antes, las autoridades aseguraron que los residentes desafiaron un toque de queda en la provincia para unirse a los manifestantes, por lo que se cortaron las comunicaciones en toda el área.

   En Ramadi, Faluya y otras ciudades del oeste del país, iraquíes sunitas llevan un año entero manifestándose en protesta por la discriminación que aseguran sufrir por parte del gobierno de mayoría chiita.

   La provincia occidental de Anbar es de mayoría sunita, pero en todo el país los chiitas representan en torno a dos terceras partes de la población.

   El gobierno de Bagdad acusa a los manifestantes de Ramadi de estar respaldados por grupos de milicianos cercanos a Al Qaeda. El 16 de diciembre el gobierno central lanzó una operación en Anbar después de que personal militar, incluyendo un comandante, murieran en un ataque perpetrado por milicianos supuestamente vinculados a Al Qaeda.

   El primer ministro, Nuri al Maliki, puso en marcha la campaña «Venganza por el comandante Mohamed», en referencia al general Mohamed al Karawi asesinado en un ataque el 21 de diciembre.

   El sábado, las autoridades detuvieron al diputado Ahmed al Alwani en su casa de Ramadi, en una acción en la que murieron cinco miembros de la familia y guardaespaldas el político.