Dictadura del Shah sigue presente en Irán


El lí­der de la oposición iraní­, Mir Hossein Musavi. AFP PHOTO / ARASH ASHOURINIA

Uno de los principales lí­deres de la oposición en Irán, Mir Hossein Musavi, afirmó el martes, en ví­spera del aniversario de la revolución islámica de 1979, que las raí­ces de la «dictadura» de la época del Shah siguen presentes en el régimen actual.


Las «raí­ces de la tiraní­a y de la dictadura siguen existiendo» en Irán, afirmó el ex primer ministro Musavi, en una larga y virulenta declaración publicada en su sitio internet.

«Hoy se pueden identificar las bases y los elementos que producen una dictadura», sostuvo Musavi, en alusión a la represión de las masivas manifestaciones contra presuntos fraudes en la reelección del presidente Mahmud Ahmadinejad en junio pasado.

La represión, que dejó decenas de muertos, se prosiguió en los tribunales.

Un alto responsable judicial anunció el martes la próxima ejecución de otras nueve personas acusadas de haber «intentado derrocar al régimen islámico», tras las dos primeras ejecuciones en la horca la semana pasada.

«Amordazar a la prensa, llenar las prisiones y matar brutalmente a gente que pide pací­ficamente el respeto de sus derechos» son hechos que demuestran que «las raí­ces de la tiraní­a y de la dictadura de la época de la monarquí­a (del Shah) siguen existiendo», añadió Musavi, adversario de Ahmadinejad en la elección presidencial.

Musavi, ex primer ministro del imán Jomeini durante los ocho años de guerra contra Irak (1980-1988), también aludió por primera vez a un fracaso de la Revolución de 1979.

«La mayorí­a de la población estaba convencida de que la Revolución iba a suprimir todas las estructuras que conducen al totalitarismo y a la dictadura. Yo estaba entre ellos, pero hoy ya no lo pienso. No creo que la Revolución haya alcanzado sus objetivos», afirmó.

Estas duras declaraciones de un importante y respetado actor de los primeros años de la República Islámica se producen en ví­spera del aniversario de la Revolución, el 11 de febrero, y en momentos en que el régimen atraviesa una de sus crisis más graves.

Pese a la represión de junio, las protestas prosiguieron.

En la más reciente, el 27 de diciembre, durante la celebración religiosa chiita del Ashura, murieron ocho personas.

Antes de realizar las primeras ejecuciones, las autoridades habí­an detenido a miles de manifestantes y condenado a decenas de ellos a penas de prisión a menudo severas.

El poder también recurrió a presiones e intimidaciones -a veces fí­sicas- contra Musavi y otras figuras de la oposición, acusadas por el ala dura del régimen de atentar contra la República Islámica.

Esta represión fue denunciada de forma reiterada por el ex primer ministro. La semana pasada afirmó que las ejecuciones tienen como objetivo «crear un clima de miedo para disuadir a la gente de manifestarse el próximo 11 de febrero», dí­a del aniversario de la Revolución de 1979, en el que la oposición invitó a sus partidarios a tomar masivamente las calles.