Dí­as de papel


El año agoniza, el viento sopla fuerte y mis dedos cambian de hojas, mis manos de libros, mis ojos de historias y mis labios sienten cómo el vino con jengibre se va enfriando, igual que un cuerpo con un corazón sin latidos.

Claudia Navas Dangel

Ocupé estos momentos en conocer a escritores que el tiempo no me habí­a permitido, Halfon, Castellanos Moya y Antonio Cisneros, narradores y poeta, dueños de las palabras, claros, directos, penetrantes.

 

Volví­ a Margarita Carrera, señora querida y admirada, ella, su Sumario del Recuerdo, su Iracundiae dea  y su Del noveno cí­rculo, me hicieron respetarla más, sentirla más y querer verla de nuevo para decirle lo grande que me parece.

 

Sorbo tras sorbo, página por página devoré la Sexualidad de la Pantera Rosa de Efraim Medina Reyes, una canción hecha novela, una novela que traduce lo que vivimos, todos, un sube y baja de tensión, pasión y desenfado, la antesala perfecta para Escribiendo con Tourette de Renato Bianchi poetextos, cunpemas, escupidas de sentimientos, dureza y suavidad expresada con palabras, desencanto y anhelo contenido en dos lados de un texto musical también. Duros, francos, no hay que entibiar demasiado el sueño.

 

El año se extingue y no sólo el vino con especias y los libros me acompañaron, también permití­ que los minutos se fueran mientras mi mente se perdí­a al compás de un popurrí­ de música diversa: desde Violeta Parra, Renato Braz, Jorge Ben, Chico Buarque y Os  Paralamas do Sucesso, hasta Madama Butterfly con Tullio Serafin, Liszt, como siempre, Daniela Licari y Brigitte Lesne.

 

Sólo el murmullo del viento, el trepidar de las luces y su fuerte olor a pólvora y el ronroneo de Simone escoltaron este recreo laboral que a diferencia de otras veces no recorrió carreteras, no chocó copas de gente desconocida, ni se abrigó con mantas prestadas de gente querida.

 

El año se apaga, como la noche lo hace con el dí­a, como el llanto lo hace con las penas, como el silencio con la fiesta montada, como los dí­as con las rosas amarillas. Diciembre se disipa, un año impar se pierde y yo busco en la librera compañí­a.

 

Antes de que den las doce voy acariciar a Borges, a Onetti o mejor aún a Cortázar.