Días buenos y otros no tan buenos


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Es curioso como las cosas pueden cambiar tanto de un día para otro. El día de ayer en mi entreno parecía imposible pegarle a una bola bien. Visualizaba cierto tiro en la mente y para nada salía de esa manera.

POR PABLO ACUÑA

La mayoría de los tiros no iban sólidos, ni tampoco con la dirección querida. Días así son frustrantes. Por el otro lado, el día de hoy que fui a practicar fue todo lo opuesto. Pegarle a la bola fue fácil y a donde quería tirarla, ahí iba. ¿Cómo es esto posible? ¿Cómo pueden variar tanto las cosas de un día para otro?

Durante los Campeonatos esto sucede muy marcadamente. Hay días en los cuales uno juega con mucha facilidad. Uno tiene el toque afinado y parece que uno hace con la bola lo que uno quiere. Por el otro lado, otros días no hay cosa que uno pueda probar para obtener lo que uno quiere. Las rondas competitivas en un torneo de golf son cuatro, así que es esperado a que el juego varíe de un día para otro. Es inusitado que las cuatro rondas sean idénticas. Por lo general cada día trae nuevas cosas. Un día uno sale y le pega muy bien a la bola, pero no emboca muchos putts. Y otros días todo lo opuesto. Esto es algo que no he podido comprender en su totalidad, pero si lo he logrado aceptar. Acepto que nunca ninguna situación es igual a la otra y que uno se debe adaptar a ellas. El verdadero campeón es aquel que puede hacer lo mejor que puede con lo que tiene. También nunca se da por vencido.

En mis materiales suelo hacer mucha referencia a Tiger Woods y lo hago porque es el mejor jugador que hemos visto en mucho tiempo y ha logrado romper con muchos de los preconceptos competitivos, como este que les estoy compartiendo. Tiger a lo largo de 10 años prácticamente no tuvo rondas malas. Una ronda mala para Tiger era no más de un 73. A la mayoría de nosotros, los demás profesionales, casi siempre se nos cuela un setenta medio o alto de vez en cuando. Tiger siempre encuentra una manera de hacer un score bajo de alguna manera. Muchas personas quizá no comprenden la magnitud de jugar 142 torneos seguidos sin fallar un corte. ¡Es increíble! Para muchos de nosotros tener una buena racha de 8 o 10 seguidos es excelente. ¿Pero qué cualidad tiene Tiger que le permita hacer esto? En mi opinión es un nivel de enfoque altísimo. Tiene la capacidad de mantenerse en el presente e incrementar su nivel de enfoque para lograr buenos resultados. Este nivel de enfoque alto le permite hacer con su mente maravillas. Creo que todos podemos aprender de esto. Muchos de nosotros simplemente aceptamos el hecho que es un día difícil y que no estamos con nuestro mejor juego. Muchas veces nos enfocamos demasiado en los sucesos, alegamos y batallamos en vez de enfocarnos en el proceso y encontrar la manera de sacar la tarea exitosamente. Algunos días nos levantamos de mal humor, todo nos sale mal. Nos pasamos golpeando el dedo pequeño del pie con la pata de la cama. Agarramos todos los semáforos en rojo. Nos topamos con que las cosas en la oficina no marchan bien. Y así tantas cosas más. En vez de seguir en una polaridad negativa en la que rechazamos todas estas cosas, simplemente tomémonos un momento para respirar profundo y aumentemos el enfoque mental para frenar estas cosas y lograr éxito en dicho día.

En una ronda competitiva en donde no se está con todos los cilindros trabajando se puede pelear por un score decente. A través de positivismo y enfoque mental se puede tirar 74 en vez de 78. Si nos mantenemos en el plano negativo quién sabe cuánto podemos llegar a tirar, pero si nos enfocamos podemos salvar una ronda con un score razonable. Ese cambio puede hacer una gran diferencia. Esos dos tiros que se salvaron pueden hacer la diferencia de ganar un campeonato.

Así que enfoquemos la vida como una ronda de golf. En esos días que no nos sentimos bien, que las cosas parecen increíblemente difíciles, hagamos un esfuerzo por hacer lo mejor posible. Pongamos una linda cara y enfoquémonos en lo que queremos lograr. A través del pensamiento se pueden hacer maravillas. Todo está en enfocarnos intensamente en lo que queremos lograr. Pongámosle ganas y no nos demos por vencidos.