El diálogo es una de las virtudes más características de la humanidad. Ser hombre o mujer lo determina el sexo y la capacidad de dialogar. Somos seres humanos porque poseemos la facultad de hablar con juicio crítico y expresar nuestras ideas, juicios de valor, puntos de vista, contradicciones y oposición a diversidad de situaciones. Sin embargo, no cabe la menor duda que esta característica es la más difícil de practicar en el contexto de regímenes no democráticos, dictatoriales. Guatemala en su historia y más aún en su historia reciente, se ha visto muy debilitada, porque vivió muchos períodos oscuros, en los cuales hablar significaba la pérdida de la vida. El silencio fue nuestra conducta, la cultura del silencio. Lamentablemente aún se viven muchas situaciones que hacen percibir la imposibilidad de hablar. Por ejemplo en la escuela o en el colegio: los profesores prefieren el silencio. Los directores son felices cuando todo está en orden y los alumnos no molestan. No pregunte. Cállese. No hable. No se mueva. Son generalmente las recomendaciones de los centros educativos.
En Guatemala no está superada esa tendencia a callar. No se puede decir que la etapa del oscurantismo quedó en la historia. Aún falta camino que recorrer para vivir la democracia plena. Pero la democracia no se construye fácilmente y en corto tiempo. Es un proceso perfectible. La democracia se construye mediante un proceso que requiere voluntad política y una actitud personal y grupal para el diálogo. Una condición indispensable es la práctica efectiva del diálogo como medio para la convivencia fraternal, humana y solidaria. En el contexto guatemalteco las prácticas democráticas tienen antecedentes cercanos: el gran diálogo nacional de los años 86, que sentó las bases del proceso del diálogo de paz que duró diez años. Los Acuerdos de Paz firmados en 1996. Los ejercicios democráticos de 7 gobiernos civiles recientes, después de un período de regimenes militares: Cerezo Arévalo, Serrano Elías, De León Carpio, Arzú, Portillo, Berger y ílvaro Colom. La experiencia de diez años de la Comisión Consultiva para la reforma educativa. Este proceso de alternabilidad del poder en elecciones nacionales con el apoyo de un tribunal supremo electoral, aún está muy lejos de ser perfecto, pero está la confianza de ser perfectible.
Dialogar es ceder. Se trata de establecer estrategias para lograr el objetivo fundamental del diálogo: gana-gana. Ello implica que las partes deben aceptar que ambas tienen algún porcentaje de razón.
Es en ese contexto que Guatemala estrena un gobierno de orientación socialdemócrata. Una de las características que lo define es el diálogo y deberá ser uno de sus ejes transversales en toda su gestión, en todas las acciones de su quehacer político. Se merece en las particulares circunstancias, el beneficio de la duda. Hay señales de que se tomará en serio este mecanismo fundamental para la construcción de la democracia, como proceso político perfectible: el diálogo.
Sin duda las presiones son muchas, pero se han planteado objetivos que no se pueden alcanzar en el corto plazo. El gobierno se propone 100 días. ¿Por qué no darle el beneficio de la duda?