Ejercer la profesión del periodismo en Guatemala significa estar muy, pero muy cerca de la muerte, del exilio, de las intolerables amenazas, del desempleo e intimidación que ejercen los grupos de poder ocultos en el cobarde anonimato empresarial o la persecución estatal con el fin de silenciar a quienes exponen al público los chanchullos y mañoserí­as que se hacen en detrimento del patrimonio de la nación; es decir, del hueveo descarado del dinero del pueblo para perpetuar la insaciable voracidad de quienes usufructúan el poder.

Hollman Morris y Claudia Julieta Duque, periodistas colombianos, demostraron la existencia de un montaje puesto en marcha por la policí­a para desviar la investigación por el asesinato de un humorista; en la República Checa, Sabina Slonková denunció abuso de poder y corrupción; Zdenek Zukal perdió siete años de su vida en los tribunales tras denunciar la participación de autoridades en un fraude. Y ahora, Jiri Hynek, reportero de la TV pública fue amenazado por el hampa, porque demostró que una empresa engañaba a los clientes. La libertad de expresión es uno de los pilares de la democracia y a pesar de las amenazas, los periodistas han de cumplir su deber: informar.

Los atentados a la libertad de expresión, la censura y la persecución de informadores no son cosas que suceden solamente en las dictaduras o los regí­menes autoritarios. En un artí­culo aparecido en la edición del pasado miércoles del semanario francés Le Canard enchainé, firmado por su redactor jefe Claude Angeli, se asegura que el presidente Nicolas Sarkozy ha supervisado personalmente la vigilancia de algunos periodistas, lo que significa, que en Francia se ha puesto en marcha una auténtica caza a las fuentes periodí­sticas.

Dos fotógrafos de un diario regional de México se exiliaron al extranjero tras recibir amenazas de muerte en Ciudad Juárez, considerada la localidad más violenta del paí­s por el narcotráfico; el paí­s es considerado como uno de los más peligrosos para el ejercicio del periodismo. La salida de los fotógrafos es indefinida, explicó Raúl Lechuga, jefe de información del Diario de Chihuahua.

Recién se cumplió un año sin noticias y de angustia para la familia de Marí­a Esther Aguilar, una de los cuatro periodistas desaparecidos en Michoacán, una región azotada por el narcotráfico de México.

El periódico El Nacional en Venezuela, fue notificado de la prohibición de publicar imágenes, informaciones y publicidad de cualquier tipo, con contenido de sangre, armas, mensajes de terror, agresión fí­sica, imágenes que utilicen contenidos de guerra y mensajes sobre muertes y decesos.

En el próximo artí­culo describiré la ignominia de las autoridades guatemaltecas contra el ejercicio libre del periodismo a través del tiempo.