Con ocasión del Día del Periodista, creemos importante hacer una reafirmación de principios y compromisos en el ejercicio de nuestra función como comunicadores sociales. No vemos ésta como una fecha para el festejo, sino para recapitular sobre nuestro trabajo y la forma en que lo desempeñamos, porque sabemos que una sociedad como la nuestra necesita de espacios para el debate honesto sobre difíciles condiciones que se viven en el país y que requieren la mayor participación de los ciudadanos en la búsqueda de soluciones.
Los periodistas no tenemos las respuestas, pero tenemos el instrumento para facilitar el diálogo. Tenemos, además, la obligación de proveer a la sociedad de información real, basada en hechos y no en suposiciones o tendencias, para que los actores sociales puedan saber qué es lo que el país necesita y con qué contamos para realizar la tarea. En otras palabras, tenemos que ser facilitadores para avanzar en la búsqueda de los grandes acuerdos nacionales que cada día se evidencian como más urgentes porque nuestra realidad política está tan deteriorada que seguramente no aguantará otro período de desastre como el que estamos terminando con un gobierno que no pudo marcar otro norte, otro derrotero, que el de impulsar acciones basadas en la más burda ambición personal.
Guatemala es un país en el que la participación ciudadana se da por cuentagotas y por ello es importante que la prensa sea un canal para la expresión de las más diversas corrientes de opinión. Pero obviamente los periodistas, cuando se habla tanto de la corrupción como la madre de todos los males, tiene que ser erradicada de tajo en nuestro propio medio, donde también es notable la existencia de actitudes que son producto de corrupción, no simplemente por la inocultable existencia de la fafa, sino por la tendencia a manipular hechos y realidades con base en intereses personales, de grupo o de empresa.
El periodista no es, en el contexto en que lo vemos nosotros, ni héroe ni villano. Simplemente el buen periodista es un ciudadano comprometido que tiene la obligación de actuar de la manera más honesta en el desempeño de su trabajo para facilitar el debate social.
Mientras más honesta sea la actitud del periodista, menos amigos hará porque la verdad generalmente es molesta y desagradable, sobre todo cuando se trata de realidades como las que nos toca atestiguar todos los días en una sociedad marcada por la corrupción, la impunidad y la violencia. En ese amplio y gravísimo contexto es que tenemos que trabajar éste y los otros 364 días de cada año.
MINUTERO:
Un periodismo honesto
hace falta, por supuesto;
y en medio de tanta estulticia,
reclamamos la justicia