Dí­a de Acción de Gracias


Aunque no lo creamos también en Guatemala se celebra el Dí­a de Acción de Gracias. Sin qué ni para qué, en vista que el suceso tiene otro sentido. El significado de sobra asiste a los estadounidenses para ese festejo. No atinente a los guatemaltecos, por cuanto caemos en una burda imitación, sin embargo, con seguidores.

Juan de Dios Rojas
jddrojas@yahoo.com

Forma parte de la caracterí­stica nuestra inscribirse a todo vapor, en plan competitivo en comemoraciones foráneas. Son corrientes que atraen y hasta hacen los mejores esfuerzos en la misma ví­a por destacar ante los vecinos. Pero en el fondo ausente de asidero histórico, inclusive de la cultura y tradición.

Muchos guatemaltecos, en cambio muestran apatí­a, olvido y hasta oposición de enrolarse y compartir eventos chapines. Al ritmo que marchan las cosas es evidente cierto menosprecio en tal sentido. Que el señalamiento conocido y verdadero de ser «candil de la calle y oscuridad de la casa», alcanza fuerza.

Somos dados a restarle mérito e importancia puntual a las actividades propias. Cuando en las mismas existen auténticas raí­ces de la identidad nacional. Empero, resulta inexplicable, menos justificable aun apegarse, pues de tiempo atrás viene siendo más y más, en la actualidad arrolladora.

Grandes expectativas existen en torno al hecho que alguna vez de manera cortoplacista surjan motivaciones y efectos referente al nacionalismo. Por ejemplo, vale la pena aparezca la intencionalidad bien consolidada de actuar con miras a las acciones de gracias por logros alcanzados.

Logros que demuestren que la propias conductas personales se superan, dando paso a comportamientos positivos. En efecto, es para dar gracias debidas por que el bien común sobresale y es una realidad mediable. Entonces abundarán satisfacciones colectivas, dignas de celebrar a lo grande.

Cantaremos gloria a tiempo que de la faz del suelo patrio desaparezca la envidia, el odio, mezquindad y restantes sentimientos que constituyen la piedra en el zapato. Sólo así­, el entorno que tenemos a modo de escenario generará la anhelada tranquilidad y seguridad, hoy en dí­a tan difí­cil, no obstante, imposible si no hay buena voluntad.

Satisfactores urgentes y necesarios brillan por su ausencia desde tiempo inveterado. Pero si vuelve a tener brillo la confraternidad y solidaridad entre los miembros del conglomerado, demos gracias no únicamente un dí­a, todos los demás del año. Habrá reflexión, entre otras cosas olvidadas y motivo de gozo plural suficiente, mostrará su rostro.

Talvez cómo y dónde asome de repente algo que ocasione con justa razón un poder extraordinario capaz de eliminar el temor generalizado. El dí­a soñado por todos devolverá el antiguo status que generaciones anteriores disfrutaron a plenitud. Se podrá también sentir en carne propia la diferencia abismal y positiva por fin en el panorama. Cantemos himnos de victoria y de acción de gracias.

Asimismo cuando se erradique definitivamente tantí­simo acto violento y delincuencial, a voz en cuello y unánimemente se honrará, tan esperados momentos. Eso también se añade a gritar que llegó el Dí­a de Gracias a Guatemala.

Al instante que terminen los feminicidios, robo de niños, secuestros y esa gama terrible y abominable, demos gracias resonando el espacio. Que sea realidad hermosa el caso que los connacionales tengan techo, comida, trabajo y salud; significa con ahí­nco dar gracias como jamás se ha dado.