Magglio Ordóñez le daba ánimo a Miguel Cabrera. Prince Fielder estaba sentado en su silla en completa soledad. Octavio Dotel no daba crédito a una realidad: «no pudimos ganar ni siquiera un jueguito».
Cuando se pierde en una Serie Mundial, y aún más por barrida, el ambiente dentro del camerino del equipo derrotado se asemeja al de un funeral, y en el caso de los Tigres de Detroit la amargura caló muy honda.
«Cómo quisiera tener una última oportunidad, una más», se lamentó el as de los Tigres Justin Verlander. «Es una sensación que llevarás durante todo el invierno y (al menos) te estimula a intentarlo otra vez. En mi caso es la segunda vez que pierdo y duele más. No quiero pasar por esto una tercera vez».
El fin de la temporada de los Tigres no pudo ser más emblemático cuando Cabrera, el hombre de la Triple Corona, dejó pasar el tercer strike para el último out de una inesperada barrida en cuatro juegos ante los Gigantes de San Francisco.
Detroit era el gran favorito para obtener su primer campeonato desde 1984. Después de todo, venía de arrasar a los Yanquis de Nueva York en la serie de campeonato de la Liga Americana. Con Cabrera, Verlander y Prince Fielder, los Tigres eclipsaban por mucho a los Gigantes en cuanto al brillo de sus luminarias.
«No pudimos encontrar el juego de nosotros», dijo Cabrera. «No sabíamos hacer los buenos rallies y hacer las carreras. Se nos fue la confianza completamente. Ahí estuvo la diferencia de la serie».
Previo al tercer juego el sábado, Cabrera recibió un trofeo que Grandes Ligas improvisó este año para rendirle honor por su hazaña de convertirse en el primer bateador en conseguir la Triple Corona desde 1967, al liderar su circuito en promedio, jonrones y remolcadas.
Instantes después, sin embargo, un turno del tercera base venezolano esencialmente enterró las aspiraciones de los Tigres al ser retirado con un elevado al campocorto con las bases llenas y dos outs en el quinto episodio. Detroit sufriría su segunda blanqueada seguida.
Cabrera sacudió un jonrón de dos carreras en el cuarto juego el domingo y le dio a los Tigres su primera ventaja de toda la serie, pero los Gigantes reaccionaron para imponerse 4-3 en 10 entradas.
Fue una serie decepcionante en todos los sentidos para los Tigres. Verlander, el vigente Cy Young y Jugador Más Valioso, fue bombardeado con cinco carreras en el primer juego y no pudo tener otra oportunidad. Cabrera bateó de 13-3. A Fielder le fue peor, con 14-1. El intermedista Omar Infante acabó con la mano izquierda fracturada tras recibir un pelotazo del relevista Santiago Casilla.
Este revés fue peor al del 2006, cuando perdieron en cinco juegos ante San Luis en la Serie Mundial. Curiosamente, en ese año como en este, los Tigres alcanzaron la Serie Mundial tras barridas que les dieron demasiados días de descanso. Fueron seis en la anterior y ahora tuvieron cinco.
En la antesala al duelo con San Francisco, oponente que solo tuvo un día de respiro tras irse al máximo de siete partidos para remontar un déficit 3-1 contra San Luis, los jugadores y dirigentes de Detroit insistieron que habían hecho todo lo posible a fin de mantenerse afilados.
Cabrera reconoció al final que el paro fue nocivo.
«Ellos venía bastante calientes, siempre venían de atrás. Nos afectaron mucho esos cinco días, no queríamos admitirlo porque queríamos ser positivos», dijo Cabrera. «Ellos tomaron ventaja de eso. Fueron agresivos con nosotros».
Ahora, los Tigres sólo pueden pensar en el próximo año. Cabrera se expresó convencido de estarán en condiciones de volver a la carga el próximo año.
En teoría, deben ser candidatos para repetir como campeones de la división Central, si bien este año les costó mucho dejar atrás a los Medias Blancas de Chicago.
Cabrera y Fielder siguen como piedras angulares del orden ofensivo, y recuperarán a Víctor Martínez tras sufrir una lesión que le costó todo el 2012. Verlander, Doug Fister y Max Scherzer son fijos en la rotación de abridores.
Las incógnitas se concentran en la suerte de un cuarteto de agentes libres conformado por el cerrador José Valverde, el abridor Aníbal Sánchez, el torpedero Jhonny Peralta y el jardinero/designado Delmon Young.
Pero quizás su manager Jim Leyland, de 67 años de edad y tras completar la última temporada de su contrato, podría cerrar definitivamente su ciclo de siete campañas en Detroit.
Cabrera señaló que los fanáticos no se deben poner muy tristes: «Vamos a estar aquí por buen rato, seguirán viniendo temporadas buenas. El año que viene, Víctor va a estar de vuelta. De todo lo negativo hay que salir positivo. El año pasado nos quedamos a dos juegos de alcanzar la Serie Mundial y ahora nos quedamos a cuatro de ganarla. Si trabajamos fuertes, nos enfocamos y agarramos de esta experiencia para el año que viene, vamos a lograrlo».