Detractores han satanizado el término tránsfuga


Mientras la discusión llega al Pleno para legislar en contra del transfuguismo, algunos diputados que están de acuerdo con aprobar una ley en ese sentido y otros que no, abordaron el tema con La Hora Polí­tica, ante el reacomodo que se ve venir en la próxima legislatura, apenas a un mes de que tome posesión.


El diputado Mario Flores Ortiz señala que la sociedad guatemalteca se ha visto altamente influenciada por la conducta inmoral, irresponsable y carente de ética de algunos de sus colegas que se han visto involucrados en infinidad de hechos ilí­citos en deterioro de la imagen de la institución.

En ese sentido, es deber normar su conducta, no solamente con la implementación de un código ad hoc, sino prohibir que éstos renuncien a sus partidos polí­ticos y busquen cobijo en otras organizaciones que por aumentar su número de representantes, los reciban hasta con cohetillos y música.

Su colega Jorge Luis Ortega afirma que debe legislarse sobre el transfuguismo, ya que cualquiera puede renunciar a su partido, constituir bloque y gozar de todas las prerrogativas. Las curules deben ser representativas de cada partido y no de cada persona en lo individual, agrega.

Las declaraciones de Ortega contrastan con su comportamiento, puesto que llegó como diputado del DIA, coqueteó con la Gana y buscó su reelección con el PAN, pero como su candidatura no cuajó emigró a la UD con quien participó y como no ganó, retornó nuevamente al DIA, donde ahora es jefe de bancada.

El abogado Gabriel Orellana, diputado durante la corta legislatura 2004-2006 y quien se ha pronunciado y accionado legalmente en contra de algunas disposiciones internas del Congreso, fue severo con sus apreciaciones sobre el tema del transfuguismo que dijo tení­a que observarse bajo dos puntos de vista.

Por un lado, la relación existente entre el diputado y el partido polí­tico. En muchos casos, a lo interno de las organizaciones de derecho público se producen tratos desiguales y los tratan como si fueran esclavos, no tienen independencia y por el contrario, limitan sus acciones y trabajo polí­tico, agrega.

Por otro, «recordemos que para bailar se necesitan dos personas y en el caso del transfuguismo o deserción, los partidos que los reciben son culpables».

Si fueran partidos con ideologí­a bien cimentada y con visión de paí­s no los recibirí­an, pero como sólo les importa el financiamiento de quienes piden abrigo y en ningún momento se valora la moral y la ética, a la postre esos partidos polí­ticos se convierten en bandas de semidelincuentes, señala Orellana.

En otras latitudes se han tomado acciones

En Europa, por ejemplo, resaltó Orellana, hay estudios mediante los cuales se estimula la participación de la gente y se pactan, entre los mismos partidos, no aceptar la participación de cualquier persona que ha estado ligada a otro partido polí­tico, mientras mantenga el cargo por el que fue electo.

En España, por ejemplo, se comprometieron a impedir la utilización de tránsfugas para constituir, mantener o cambiar las mayorí­as del gobierno de las instituciones, y finalmente el diputado que deje de pertenecer a su grupo parlamentario perderá la condición de miembro de aquellas comisiones a las que perteneciera de dicho grupo.

Se ha satanizado a los tránsfugas

Contrario a las iniciativas y comentarios de otros diputados y detractores de los tránsfugas, el parlamentario César Leonel Soto, disidente del FRG y actual miembro de la bancada de la Unión del Cambio Nacionalista (UCN), señala que el término tránsfuga ha sido satanizado.

«Nadie se ha fugado de alguna cárcel y por consiguiente esa frase es hasta ofensiva», sostiene el diputado.

«Lo que pasa es que cuando un dignatario de la Nación decide irse a otro partido es porque en el que militaba le puso trabas, impidiéndole alcanzar las expectativas de su pueblo, mientras que existen otras organizaciones que lejos de obstaculizar ese trabajo brindan todo ese apoyo», concluye.