Amotinamientos en las calles de Gran Bretaña y las críticas de colegas durante una crisis económica pusieron a prueba el temple de Margaret Thatcher. Documentos de gobierno publicados el viernes detallan de qué manera los desafíos que enfrentó en los primeros años de su mandato moldearon a la mujer que dominó la vida política del país durante 11 años.
Registros oficiales de 1981 publicados por los Archivos Nacionales retratan a una primera ministra lidiando con disidencia violenta, el surgimiento de tensiones en Irlanda del Norte y agudas críticas de sus propios aliados. Los documentos fueron publicados justo cinco días antes del estreno en Londres de «La dama de hierro», película sobre la carrera de Thatcher, estelarizada por la actriz estadounidense Meryl Streep.
Los documentos fueron revelados públicamente bajo la política de Gran Bretaña de retener documentos oficiales delicados durante 30 años.
Elegida en 1979, Thatcher —ahora de 86 años de edad— al comienzo recortó el gasto público y dio prioridad a los esfuerzos para dominar la creciente tasa de inflación de Gran Bretaña, ocasionando una caída dramática en la producción industrial y empujando el desempleo a 2,5 millones. En el étnicamente diverso barrio londinense de Brixton, y en el empobrecido suburbio de Toxteth, de la norteña ciudad de Liverpool, el descontento por el desempleo ayudó a alimentar los peores disturbios del país en décadas.
Sin inmutarse, el presupuesto gubernamental de marzo había introducido una nueva restricción financiera, y el jefe de Tesorería Geoffrey Howe anunció planes para incrementar los impuestos.
Eso llevó a una reunión de emergencia del gabinete el 23 de julio, en la cual Thatcher fue confrontada por detractores internos, quienes abogaron por un cambio abrupto de política económica para apaciguar la ira pública. Según minutas de la reunión, los críticos de Thatcher, muchos de ellos partidarios de su predecesor Edward Heath, presentaron un ataque detallado.
«Con el total del desempleo subiendo a tres millones al final del año, y tras disturbios recientes en varias ciudades, la tolerancia de la sociedad estaba cerca de su límite», argumentaron los críticos, según la nota.
«Para dar a la gente esperanza renovada y confianza para el futuro, era esencial tomar urgentemente una acción nueva y constructiva», se le dijo a la líder, según señala el documento.
El combativo secretario de Prensa de Thatcher, Bernard Ingham, lanzó un memorándum advirtiendo a su jefa que encabezaba «un gabinete manifiestamente dividido y beligerante».
En sus memorias, Thatcher describió la reunión como «una de las disputas más encarnizadas sobre la economía, o cualquier otro asunto, que pueda recordar que haya ocurrido en el gabinete».
Pero no fue disuadida.
Thatcher despidió al secretario de Educación Mark Carlisle; a Christopher Soames, líder de la Cámara de los Lores (cámara alta legislativa); y a Ian Gilmour, ministro de Relaciones Exteriores. Cambió a Jim Prior, entonces secretario del Trabajo, a la oficina sobre Irlanda del Norte, para sofocar su influencia sobre la política económica.
La medida calmó a los leales que habían temido que Thatcher pudiera ser cimbrada por sus adversarios.