Las autoridades monetarias aseguran que la llegada del euro no causó cambios globales en las etiquetas de los precios, pero persiste entre los consumidores la percepción de que el nivel de vida se ha encarecido cinco años después de la entrada en circulación de la moneda única europea.
Desde la introducción del euro en 2002, se constata en todos los países europeos una gran diferencia entre la evolución de los precios y la percepción de los consumidores sobre la carestía de la vida, señala en un estudio de fines de noviembre el economista belga Philippe Defeyt, del Instituto para un Desarrollo Sostenible.
En Alemania, se sigue sospechando que los propietarios de bares y restaurantes han sustituido simplemente el signo de DM («deutschemark», marco alemán) por el del euro en las etiquetas, pero manteniendo las mismas cifras, lo que ha desembocado en una duplicación de los precios del café o de la cerveza.
El euro es percibido todavía hoy entre los consumidores de Alemania como «teuro», en un juego de palabras con el adjetivo «teuer» (que quiere decir caro, en alemán).
En Francia, tres de cada cuatro personas continúan achacando la degradación de sus ingresos al paso del franco al euro, según un estudio de TNS Sofres de finales de 2004.
Sin embargo, la inflación sigue estando globalmente controlada desde la puesta en circulación de los billetes y monedas del euro y la mayoría de estudios al respecto de la Comisión Europea, del Banco Central Europeo y de las oficinas de estadísticas llegan a la misma conclusión: el euro no ha causado una aceleración de los precios.
La Oficina Alemana de Estadísticas publicó un estudio revelador en julio de 2004, en el que muestra que los precios en Alemania habían aumentado menos en dos años de euro que en el período de los dos años y medio últimos del deutschemark.
¿Por qué entonces siguen pensando los consumidores lo contrario?
El euro no tuvo suerte, subraya en síntesis el economista belga. Antes de su advenimiento, dos categorías de productos –alimenticios (frutas y verduras) y petroleros– registraron un aumento que no estaba ligado al euro, pero que pudo deformar la percepción de los consumidores.
Y en los cafés y restaurantes, los precios aumentaron efectivamente más que el promedio durante el período 2001-1002, agregó.
«El carácter simbólico y sensible de estas categorías de productos pudo engendrar una percepción perdurable de parte de los consumidores» que han asociado estas evoluciones a la llegada del euro, estimó Philippe Defeyt. Aun cuando los precios de otros productos importantes en la vida cotidiana, pero que no se compran todos los días, hayan bajado claramente, como los televisores y los equipos de alta fidelidad.
El alza sustancial de los alquileres, acompañado con un ligero aumento o estancamiento de los salarios en el período, ha desempeñado también un gran papel, al reducirse el presupuesto disponible y alimentar la idea de que el euro es el responsable de todos los males.
Los precios de los productos y servicios diarios, como el pan, el café y los talleres mecánicos, aumentaron más que el índice de inflación desde la introducción del euro en España y Francia, mientras que en Italia el alza fue moderada y en Alemania, débil.
Este panorama surge de los datos de los institutos nacionales de estadísticas de los cuatro países más grandes de la Eurozona entre enero de 2002 y fines de 2006.
Alimento de base de los europeos, el pan aumentó nada menos que 26,3% en España, donde la inflación acumulada fue del 16,9%. En Francia, el aumento del pan fue del 14,8%, contra 9,1% de la inflación.
En cambio, en Italia el pan aumentó menos que la inflación (10,9% contra 11,9%). En Alemania, el precio del «brí¶tchen» (pequeño pan) progresó sólo 6%, mientras que la inflación fue de 7,2%.
Los precios de las frutas y legumbres también se dispararon en España (30,4%). En Francia, productos como las patatas (22,7%), las naranjas (21,5%) y las manzanas (14,3%) también se ubicaron por encima del índice de inflación.
De su lado, Italia y Alemania no sufrieron este fenómeno en ese aspecto.
En el bar, lugar tradicional de la vida social europea, el precio del café y la cerveza aumentó considerablemente en España (23,3%) y Francia (14,3%).
En Italia, ese aumento fue del 12,3% y en Alemania 5,7%, es decir medio punto menos que la inflación.
España también se distingue por fuertes alzas en la peluquería (20,1%) y el servicio de tintorería (21%), seguida de Italia (13,2% y 13,4%, respectivamente). En Francia y Alemania los aumentos fueron inferiores a la inflación.
Por último, los precios aumentaron considerablemente en el sector de la reparación de vehículos, con un récord de 31,6% en Francia, 28,1% en España, 19% en Italia y 11% en Alemania.