La música clásica trajo cambios al mundo occidental. El ambiente estaba propicio y sólo faltaban las grandes figuras que consolidaran estas formas incipientes. No tardaron en aparecer Franz Joseph Haydn del cual se celebra este año el 250 aniversario de su muerte, y Wolfgang Amadeus Mozart. Estos dos grandes maestros son los verdaderos clásicos por excelencia. Consolidaron y afirmaron el estilo y produjeron las grandes obras maestras de la música clásica que sirve de digno marco sonoro a Casiopea esposa dorada que es canción de estrella rutilante, campanada de luceros que se hunde en mi vida cotidiana y penetra en mi alma como flor incorporada a mi camino.
Con estos artistas el estilo llega a una perfección suprema, imposible de mejorar; tanto así, que fue necesario que el estilo cambiara para que hubiera nuevos campos para la creación, pues después de Haydn y de Mozart ya no era posible, dentro del mismo estilo, hacer música mejor.
Hoy nos corresponde hacer una síntesis del trabajo de Franz Joseph Haydn, uno de los más grandes músicos clásicos. Su obra musical y sus aportaciones son importantísimas. Consolidó dos nuevas formas de obra musical: la sinfonía y el cuarteto y mejoró así el gusto musical de su época, fue guía y maestro de gran número de excelentes músicos y dejó obra perdurable llena de belleza, que ayuda a la felicidad de los hombres, en su tiempo, en el actual y en el futuro.
Franz Joseph Haydn nació en Rohran, cerca de Viena en 1732, en el seno de una muy modesta familia campesina. El padre de Franz acostumbraba reunirse por las noches con su esposa e hijos y los acompañaba cuando entonaban sencillas canciones e himnos religiosos con el arpa, instrumento que interpretaba como aficionado. La hermosa voz del niño Franz destacó al grado que el cura párroco de Rohran lo recomendó para que fuera admitido en el Internado del Coro de Niños del Cabildo de San Esteban, en Viena.
Allí pasó varios años hasta que, debido al cambio de voz de la adolescencia, ya no era útil en el coro y fue despedido. En ese lugar hizo su iniciación musical y pudo hacerla parte de su aprendizaje. Aprendió canto y a tocar el violín. í‰l mismo calificaba los años pasados en el internado del coro como ayuno ininterrumpido debido a la precaria alimentación y a las duras condiciones de vida de los niños internados.
Cuando salió, sin ningún recurso para vivir, decidió probar fortuna, como músico y no volver a la casa de sus padres. Pasó apuros tan grandes que muchas veces, para sostenerse, tenía que tocar el violín en las calles y poner su sombrero en el piso para que las buenas gentes dejaran unas monedas.
Finalmente, entró como criado a la casa de Niccolo Porpora, músico italiano residente en Viena. A cambio del poco salario le daba malos tratos, pero también lecciones de música. Al lado de Porpora aprendió el contrapunto y la composición. Conoció la obra de maestros importantes, especialmente la de Carlos Felipe Emmanuel Bach a quien tomó como su modelo y estudió sus obras con entusiasmo. La obra de C.F.E., uno de los más talentosos hijos de Bach no era conocida todavía.
Más tarde fue aceptado como violinista en el conjunto de música de cámara del príncipe Furneberg, en 1755. En esta época conoció a las hermanas Keller, hijas de un carnicero de Viena, se enamoró profundamente de una de ellas y le propuso matrimonio, pero fue rechazado pues la joven Keller deseaba ingresar como monja en un convento, lo que hizo más tarde. Entristecido, Franz se casó finalmente con la otra hermana, Ana Keller. Fue éste un matrimonio desgraciado que amargó para siempre la vida privada del compositor. Ana Keller nunca se dio cuenta de que se había casado con uno de los genios inmortales de la música.
En 1759 ingresó como maestro de capilla del conde Marzin y un año después, en 1760, se estableció en la que había de ser posición permanente, la de maestro de capilla del conde Esteban de Esterhazy. Este gran personaje mantenía una orquesta completa para su uso personal en sus posesiones y castillos. Haydn ingresó a su servicio como ayudante del maestro de capilla y a la muerte de éste, en 1766, obtuvo el cargo definitivo. Hasta 1790 había de conservarlo, cuando murió el príncipe Esterhazy.
Treinta años duró su servicio en esta casa, su puesto incluía los servicios de un criado de confianza, de director de la orquesta y organizador de los espectáculos musicales, de compositor de las obras que el príncipe solicitaba.