Desquiciados


Editorial_LH

Los acontecimientos en Noruega, donde la acción de un terrorista desquiciado cobró la vida de más de noventa personas, evidencia cuán difí­cil es lidiar con ese tipo de hechos impulsados generalmente no sólo por evidentes desequilibrios mentales, sino además por cuestiones de fanatismo que tienden a provocar tales niveles de intolerancia que se convierten en detonantes de graves situaciones.

Por Diario La Hora
lahora@lahora.com.gt

Toda la literatura generada por el supuesto autor de los atentados de Noruega demuestra que es un individuo con un profundo sentimiento antiislámico y que cree en la superioridad de su propia raza. Pero ni siquiera porque las ví­ctimas eran de su mismo pueblo se contuvo con tal de llamar la atención y atraer las miradas precisamente a esa sarta de argumentos totalmente ilógicos que esgrimió en sus escritos contra Al Qaeda y que resultan contradictorios porque al final de cuentas él mismo terminó siendo igual o peor que los terroristas a los que descalificaba.
 
Es evidente que un acto bárbaro como éste no es algo que se produce de la noche a la mañana sino que es resultado de muchas tribulaciones de mentes absolutamente enfermas que no atinan a manejar con cordura la realidad que les rodea. No puede tenerse compasión con los desquiciados que actúan de esta forma porque por muchas que sean sus propias contradicciones mentales, tienen la lucidez y claridad para realizar con toda premeditación y alevosí­a los crí­menes más brutales.
 
Pero lo que más llama la atención es que gracias a la cobertura mediática el terrorista está logrando su propósito que era divulgar a los cuatro vientos su teorí­a respecto al islamismo y el peligro que según él representa para el mundo occidental y para Europa en particular. Obviamente no se puede esperar que se pase por alto lo que fue la motivación de ese atroz crimen y la prensa tiene que divulgar exactamente lo que inspiró al criminal que mató a casi una centena de personas, pero es importante que se haga énfasis en el equivocado planteamiento de su mente desequilibrada para evitar que puedan surgir interpretaciones que al final de cuentas hagan apologí­a del acto terrorista o terminen tratando de justificarlo.
 
Nada justifica una acción así­, como nada justificó los hechos de Septiembre 11 del 2001. Puede haber razones que sirvan para explicar el origen de esas decisiones brutales y fatales, pero nunca para justificarlas porque se trata de atacar a personas inocentes con la única finalidad de sembrar terror y de promover causas que apuntan a teorí­as de odio y discordia. Nuestra solidaridad con el pueblo noruego en estos momentos trágicos que demuestran cuán duro es enfrentar las expresiones del terrorismo internacional.