En Europa reaccionaron al planteamiento de Hugo Chávez respecto a la nueva política contra la inmigración diciendo que está fuera de proporción. Chávez puede ser un mandatario que no agrade a mucha gente, pero indudablemente que cuando dijo que el petróleo de Venezuela podría dejar de ir a los países que aprobaron esa norma xenofóbica, actuó en forma correcta y diríamos que proporcionada. Más aún cuando dijo que Venezuela podría revisar la política respecto al trato a la inversión de los países que han actuado de esa forma en contra de los ciudadanos de América Latina.
Y es que España, fundamentalmente, ha realizado una especie de reconquista de América Latina (Iberoamérica dicen ellos) mediante la compra de los activos más jugosos. En Guatemala la inversión más fuerte está en electricidad tras beneficiarse con la privatización del sector que hizo el gobierno de Arzú, pero también hay fuertes intereses en otros campos, incluyendo el de la telefonía. Y han sido bien recibidos, a pesar de que el usuario no ha sido bien tratado en todos los casos, lo que contrasta con la actitud de España, junto al resto de Europa, al abordar el tema de los nativos de este y otros países latinoamericanos que llegan al Viejo Continente. Es más, hasta el turista normal que va de visita se ve sometido a trato denigrante porque es espulgado por las autoridades migratorias que si no se sienten contentas con los haberes del viajero, lo envían de vuelta a su país.
En realidad exagerado y desproporcionado resulta el comportamiento de los países que no reaccionan ante el gesto de xenofobia de los europeos. Y en el caso de España la situación se vuelve más grave, porque no sólo blasonan ser la madre patria de estas repúblicas «indianas» sino que, además, por generaciones enviaron migrantes que se radicaron en estos países y gracias a la hospitalidad sin límites lograron casi todos ellos prosperar aún más que los nativos.
¿Con qué boca España se pone dura ahora que la migración se revierte y cuando en vez de producirla deben acogerla? ¿Es acaso proporcionada la reacción española que cuestiona a Chávez cuando ellos mismos tienen ahora en estos países a muchos «altos ejecutivos» de sus empresas que son las responsables de la reconquista?
Si en América Latina se hubiera deparado trato a los europeos similares a los que ofrecen allá a los latinoamericanos, seguramente hubiera habido indignación y protestas. El problema se resuelve siendo recíprocos no sólo con quienes llegan a estas latitudes, sino especialmente con sus inversiones. Que vuelvan a la casa matriz, sobre todo aquellas que explotan a estos pueblos que luego son tratados con desprecio. ¿Habrá alguien además de Chávez que sepa responder adecuadamente?