Despierta tras 19 años en coma


Despierta. El polaco Jan Grzebski junto a su esposa Gertruda en su apartamento de Dzialdowo, a 160 kilómetros de Varsovia.

Demasiado bella para ser cierta, la historia de Jan Grzebski, un obrero ferroviario polaco que se despertó milagrosamente después de 19 años en coma pasando de un comunismo gris a un capitalismo resplandeciente, ha comenzado a generar serias dudas.


En su minúsculo apartamento de un solo ambiente en Dzialdowo, ciudad de 20.000 habitantes al norte de Polonia, el teléfono no para de sonar.

El hombre se ha convertido en una estrella desde que la televisión polaca informó que se habí­a despertado de un prolongado coma y la prensa extranjera se disputa para entrevistarlo a pesar de las dudas de los especialista.

Entre éstos, el profesor Hubert Kwiecinski, consejero nacional en neurologí­a del ministerio de la Salud.

«No puede haber certeza que se trata de un caso de coma ni de ninguna de sus formas», declaró formal a la AFP.

Por cierto Grzebski perdió el habla y estuvo paralizado durante años. Sin embargo mantuvo sus funciones vitales de base y no estuvo alimentado de manera artificial ni conectado a un aparato respiratorio, como es el caso de los enfermos que sí­ están en coma.

Jan Grzebski, de 65 años, confirma que siempre estuvo consciente. «Escuchaba todo alrededor, comprendí­a todo pero no podí­a decir ni una palabra», explicó a la AFP. «Estaba como una planta. Fue terrible no poder comunicar».

En su lecho, el hombre muestra los progresos que ha hecho desde su despertar, bajo la mirada complaciente de su esposa Gertruda, la verdadera heroí­na de la historia.

«Si estoy vivo es gracias a mi mujer», dice Jan Grzebski con voz aún débil.

«Los médicos no le daban ninguna posibilidad de vivir, apenas unos dí­as, unas semanas, un mes en el mejor de los casos» reconoce Gertruda.

«Pero luché para que viviera, me agarré a cualquier esperanza, querí­a que mis hijos y mis nietos tuvieran a su padre».

En 1988, Jan Grzebski fue ví­ctima de un accidente laboral cuando acoplaba dos vagones de un tren.

Al recibir un golpe en la cabeza, desarrolló un tumor cerebral y poco a poco fue perdiendo el habla y la capacidad de mover sus miembros.

Después de pasar de un hospital a otro, su mujer decidió llevárselo a casa y ocuparse personalmente de él.

Hospitalizado de nuevo el año pasado y sometido a otra reeducación, el hombre comenzó a reaccionar favorablemente.

«Truda», como el llamaba a su mujer Gertruda, fue la primera palabra que pronunció.

Para numerosos diarios polacos o extranjeros, la primera versión de la historia de Jan Grzebski hací­a pensar de todas maneras el filme «Good bye Lení­n».

En esta comedia, en una familia estealemana, los hijos de una mujer que acaba de salir de un coma en el que estaba desde antes de la caí­da del muro de Berlí­n, crean en torno a ella el universo cotidiano de la ex RDA, para evitarle el choque de ver tal cambio polí­tico.

Jan Grzebski comprendió hace tiempo que el comunismo desapareció, pero aún no sale de su asombro después de haber estado en un supermercado de su barrio.

«No hay filas, se puede comprar todo y tanto como uno quiere, no se necesitan tickets de racionamiento… El único problema es que hay que tener dinero», comentó.

«Escuchaba todo alrededor, comprendí­a todo pero no podí­a decir ni una palabra.»

Jan Grzebski, de 65 años.