Desnutrición crónica


En Centroamérica y República Dominicana la desnutrición continúa siendo un flagelo social que afecta a una de cada cuatro mujeres en edad fértil, indicaron los conferencistas.

En Centroamérica y República Dominicana la desnutrición continúa siendo un flagelo social que afecta a una de cada cuatro mujeres en edad fértil; a más de un millón de niños y niñas cuyos efectos, en la mayorí­a de los casos, son irreversibles, sentenció Willen Van Milink, representante en Guatemala del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA).

Redacción La Hora
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El experto participa en un foro regional de salud que se lleva a cabo en la ciudad de Esquipulas, donde representantes de instituciones regionales, tales como el Instituto de Nutrición de Centroamérica y Panamá (INCAP), Secretarí­a de Integración Social Centroamericana (SISCA) y diputados centroamericanos discuten polí­ticas para revertir este flagelo.

El director del INCAP, Hernán Delgado, señaló que la salud alimentaria y nutricional es un asunto toral para la región, quien recordó que fue a partir de los años 90, cuando los mandatarios de la región promovieron iniciativas en ese sentido y aunque ha habido avances, no ha sido suficiente para atender a la población necesitada.

Nelson Guzmán, de SISCA, durante su intervención afirmó que algo está fallando en los modelos de desarrollo humano, por lo que reiteró que se debe apoyar todas las acciones que vayan en la dirección de promover equidad, justicia y la libertad.

El presidente de la comisión de salud del foro centroamericano de diputados, Marvin Crespo, señaló que el hambre como hijo de la pobreza, constituye una paradoja cruel en pleno siglo XXI, pues mientras la globalización incrementa la comunicación, el desarrollo cientí­fico tecnológico y el comercio mundial, 52 millones de habitantes, según la FAO, se encuentran en situación de subalimentación en América Latina.

En este foro regional de salud se pretende involucrar a los alcaldes en las estrategias para afrontar el reto de la erradicación del hambre a través de una estrategia polí­tica que permita un verdadero esfuerzo de quienes son los representantes genuinos del poder local.