Desideologizados


Mario Roberto Guerra Roldán

La Ley Electoral y de Partidos Polí­ticos señala que, los partidos polí­ticos legalmente constituidos e inscritos son instituciones de derecho público, con personalidad jurí­dica y de duración indefinida. El mismo cuerpo legal les exige que en su documentación constitutiva, hagan una declaración de principios que los regirán, así­ como una exposición clara y completa de los fundamentos ideológicos que los sustentan. También se les impone desarrollar actividades de formación ideológica a sus prosélitos, con apego a sus principios.

La citada ley es amplia en cuanto a la constitución, desarrollo, obligaciones y derechos de los partidos, así­ como lo correspondiente a sus actividades y principales funciones. Ello se justifica porque los partidos polí­ticos constituyen uno de los elementos más poderosos del Estado democrático moderno y son la base polí­tica del orden constitucional.

En la actualidad, los partidos son considerados como mediadores necesarios en la formación de la voluntad y ejercen una función articuladora en la representación, ambas de carácter polí­tico. Recogen y recopilan las necesidades, intereses y la opinión de los ciudadanos, que conjugan para producir alternativas en el camino hacia el poder.

Pero para que tales temas y propósitos tengan una realización real y efectiva, se necesita como presupuesto ineludible, la sustentación de principios ideológicos y la formulación de programas de gobierno que lleven implí­citos tales principios.

En Europa, cuando los estados alcanzaron un grado de consolidación polí­tica, después de luchas internas y enfrentamientos, nacieron a la vida institucional los partidos polí­ticos, con una definición clara de sus principios y lí­neas ideológicas. Tradicionalmente fue el binomio alternante conservadurismo y liberalismo, que fue tempranamente exportado al Nuevo Continente, y que dio paso a nuevas organizaciones, como los demócrata cristianos, los social demócratas, los socialistas, los comunistas y, por último, a los defensores de la naturaleza, llamados «los verdes».

En Guatemala, a partir de la independencia, como productos de importación, despuntaron los partidos liberal y conservador dentro de un sincretismo de ideas, pero sin una definición ideológica particular. Llegada la Revolución de Octubre, se formaron dos partidos con clara conformación ideológica, me refiero al Frente Popular Libertador y al Partido Guatemalteco del Trabajo, el primero social demócrata y el segundo, comunista.

Con el advenimiento de la «Liberación», cuya ideologí­a era el «macartismo», destructivo y radical, fueron eliminados dichos partidos.

En la actualidad, proliferan los partidos en nuestro paí­s ?multiplicidad, no pluralismo?, pero son grupos electoreros, totalmente desideologizados, hasta el punto que se buscan y se ofrecen candidatos para el mejor postor. Solamente hay ambición de poder.