“En Guatemala todos los seres humanos son libres e iguales en dignidad y derechos”. (Artículo 4. de la Constitución Política de la República de Guatemala, primer párrafo).-
El tema de la deshumanización del ser humano en nuestro entorno, cada vez, ha ido cobrando terreno en los diversos sectores que conforman la sociedad guatemalteca, pues a nadie escapa como paulatinamente se vienen produciendo hechos violentos, problemas familiares, aumento de vicios, maltrato a niños y mujeres, y desgarradores crímenes que jamás se hubiera pensado que azotaran a los habitantes del territorio nacional.
La falta de cultura y ética de algunos grupos sociales, por otra parte, ha sido, sin duda, lo que ha contribuido a lo que a la fecha, se viene presentando, por diversos medios de comunicación social, escritos y hablados.
En ese sentido, debe agregarse que lo que comenzara como lo que algunos sectores denominan “lucha de clases”, utilizando diversos medios de presión social, como el de las bromas personales hirientes, o sea, discriminaciones socio-políticas, económicas y sociales hasta agresiones físicas (ejemplo, los bautizos), asaltos, violaciones, y, crímenes de diversas formas de crueldad.
Lo anterior, por supuesto, se ha incrementado después de la difundida firma de la paz; que expertos en dichos temas, señalan que en el caso de Guatemala, únicamente se suscribió tal compromiso, sin siquiera tomar en cuenta qué medidas se adoptarían para reintegrar a los grupos en conflicto a la sociedad, es decir, no se les dio el tratamiento debido como se esperaba que debería de haber sido, y para tal efecto damos algunos ejemplos: crear más fuentes de trabajo y, colocar a los beligerantes en puestos de trabajo, darles tratamiento pedagógico y psicológico, y un etcétera infinito. Los resultados están a la vista, pues se carece de una Política de Estado que es la encargada de dictar las directrices a largo plazo, a los diversos gobiernos que posterior al “conflicto armado” fueran legítimamente electos, lo que tampoco se ha dado a la fecha.
Lo últimamente descrito, según el Derecho comparado, debió haberse legislado, y evitar improvisaciones que a nada conducen más que al desorden.
Para ilustrar a mis queridos lectores, conviene aclarar que existen tres clases de políticas para lo ya señalado, así: política administrativa, económica y judicial.
Finalmente, ya no se observa en la población aquella jovialidad chapina, actos de bondad popular no sólo a cargo de instituciones de beneficencia, como tampoco el respeto que las personas deberían de guardar con sus semejantes. Ya se olvidó lo que fue la “Tacita de Plata”, así como el saber distinguir entre las personas buenas de
las mal formadas.
Ojalá que estas líneas, en el nuevo año que se empieza, sirvan para estimular a los sectores que blasonan ser partidarios de la paz y del respeto a las garantías y derechos individuales de todos y cada uno de los guatemaltecos que aún poseen buena formación moral, y que en realidad, demuestren con actos y trabajo honrado lo que desean para las presentes y futuras generaciones de guatemaltecos. De lo contrario, la historia los juzgará.