Desesperación en la contienda electoral


En el último mes de la contienda electoral, la serenidad, que es requisito indispensable para la argumentación, se va perdiendo paulatinamente en la medida en que se aceleran los acontecimientos y los ataques personales se vuelven la tónica de cada entrevista, foro o declaración pública de los candidatos, especialmente a la Presidencia, y a las numerosas alcaldí­as del paí­s. No es cosa ajena a un proceso electoral tercermundista, en el que los candidatos tienden a perder el control por su poca formación polí­tica y diplomática, dando paso a la desesperación y, con ella, a metidas de pata cada vez más penosas y grotescas que atentan contra el decoro de los susodichos candidatos de sus partidos polí­ticos y del propio proceso electoral. Como que el cúmulo de presiones que se acrecienta en las últimas semanas del proceso resulta más fuerte que la propia capacidad de los contendientes, incitándolos a cometer errores difí­ciles de corregir y que pueden costar cientos o miles de votos a sus respectivos partidos.

Milton Alfredo Torres Valenzuela

Es un fenómeno parecido al que le ocurre a la Selección Nacional de Fútbol, que siempre pierde el control en los últimos minutos de cada partido, o bien cuando las presiones son tan fuertes que superan sus expectativas y escasas vivencias personales y de grupo que los hace ser mediocres y cometer errores irreparables.

La desesperación es pérdida de la capacidad de argumentación y, por supuesto, también es fuente de arrebatos iracundos que, por exceso, pueden echar a perder esfuerzos y recursos utilizados en la elaboración de la imagen de los candidatos y en los proyectos de gobierno de los partidos polí­ticos. Quien des-espera ha perdido la capacidad de esperar, ha perdido la paciencia y su capacidad de reflexión. Des-esperarse es, así­, un error de inmaduros sea el campo que sea. La desesperación propicia conductas impulsivas y juicios o razonamientos contradictorios que se destruyen a sí­ mismos.

Pero es normal que todo proceso se acelere al final de sí­ mismo. Los acontecimientos se aglutinan produciendo cierta predisposición aní­mica hacia las reacciones inmediatas en las que la capacidad reflexiva cede el paso a los impulsos e instintos y los individuos se ven determinados por la presión de las circunstancias y por sus propias reacciones desesperadas.

No será de extrañar que en los últimos momentos, en la recta final a la cual estamos entrando en estas elecciones 2007, los candidatos punteros, por momentos, como ya lo hemos notado, pierdan el control y el decoro y entren en contradicciones e incoherencias que pondrán en evidencia su poca capacidad para lidiar con sus circunstancias en situaciones poco o nada favorables y que también evidenciarán de qué están verdaderamente hechos, a lo sumo de propaganda y dinero como todos los falsos lí­deres que hacen polí­tica en este maltratado paí­s.

Los verdaderos y legí­timos lí­deres esperan situaciones extremas para demostrar la templanza y no la floja desesperación en sus actitudes públicas y cí­vicas.