Deserciones y renuncias en el Gabinete


La preocupación de la ciudadaní­a en general por la desintegración del Gabinete de Gobierno que preside ílvaro Colom y la debilidad manifiesta que cada dí­a se agrava más, es un hecho que no puede ni debe soslayarse, ni ser motivo de alegrí­a.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

De la misma manera que la Constitución dice que el Presidente de la República representa la unidad nacional y que debe velar por los intereses de toda la población, el ver que el actual Gobierno no logra cuajar a pesar que ya ha transcurrido casi el 70% de su mandato, es algo que para todo ciudadano de buena fe debe también ser motivo de angustia y de preocupación porque el fracaso de ílvaro Colom, del Partido de la Unidad Nacional y del Estado afecta a toda la ciudadaní­a. Gobernar no es un juego.

El Gabinete Económico se desintegró; la renuncia del Ministro de Finanzas Juan Alberto Fuentes Night es grave, independientemente que al hacerlo está reconociendo que una cosa es la teorí­a que desarrollan académicos como él y otra es la práctica de la realidad que debe lograr un Ministro de Finanzas en la recaudación, en la distribución de los recursos y en el presupuesto en todo sentido.

Fuentes Night, independiente de su amistad con el presidente Colom, de su discurso de renuncia y despedida, así­ como de las lágrimas que le hayan podido enturbiar la mirada, se va igual que el moro de Granada, para tristeza del presente y futuro del paí­s, nos deja en peores condiciones que en las que él recibió la cartera.  Se va nuevamente a ocupar un cargo en la Comisión Económica para América Latina, CEPAL, eso de nada le sirve al paí­s, el precio de su fracaso evidentemente es la malí­sima situación en la que deja al actual Gobierno y a su sucesor que en el tiempo  que queda difí­cilmente cambiará la mala situación.

En cuanto a la renuncia del Ministro de Economí­a, Rubén Morales, su paso por escasos meses en esa cartera sólo sirvió para darse un gusto ya que todo el tiempo estuvo al servicio de la supercúpula económica, con o sin el consentimiento del presidente ílvaro Colom. Prueba de ello son las felicitaciones y las lamentaciones que diferentes presidentes de cámara hicieron al verlo partir. No serí­a raro que también apareciera con un puestazo y un sueldo superior al que dejó, como ya lo tuvo en el cuestionado programa Pronacom en el Gobierno de í“scar Berger.

A diferencia de las anteriores dos renuncias, el Ministro de Energí­a y Minas, Carlos Meany, aunque haya dicho públicamente que se va por razones «cardiovasculares», argumento que es fácil de comprender que utilizara para no afectar más al actual Gobierno, se va haciendo honor a su punto de vista personal al no querer cambiar la polí­tica que actualmente existe para las minas, para la extracción de petróleo y otros aspectos de responsabilidad de ese ministerio.

Es sabido que no tendrá necesidad ni de irse a un cargo internacional, ni de irse a un puesto de asalariado, regresará sin duda alguna a sus actividades empresariales personales con más experiencia, con más conocimiento de que ser funcionario público, ministro y miembro de Gabinete no es simple, no es fácil porque se tiene que buscar el bien del paí­s, el bien común, el cual muchas veces choca con los intereses empresariales y económicos en lo particular o de lo grupos y amigos privados. De los tres ministros que se fueron, el que más honradamente sale es el Ministro Carlos Meany.

Al presidente, no le queda otra más que reconocer que no ha sabido dirigir el paí­s, ni escoger su Gabinete, que son pocas las personas que están dispuestas a ser leales, a sacrificarse, a aguantar la crí­tica y el precio de servir a la nación.