Desengaños y verdades de una elección


Julio Donis C.

El clima empezó a cambiar para esta parte del año y el calendario marca el siguiente mes de noviembre, que trae los vientos caracterí­sticos de esta época propicios para los que gusten de volar barriletes. La lluvia prácticamente desapareció y con ellas un proceso electoral competitivo e intenso (falta ver que se limpien las calles de la propaganda electoral).


Como se sabe la UNE se hizo del 52.82% de los votos obteniendo la victoria y el Patriota con el 47.18%. Estas cantidades expuestas en un sinfí­n de medios y dichas por doquier a partir del pasado domingo por la noche, expresan que Guatemala tiene un nuevo Presidente para los siguientes cuatro años, el Ing. ílvaro Colom. Sin embargo, también subyacen atrás de dichos resultados una serie de comportamientos que denotan desengaños, y que se daban por descontados aún hasta horas antes de la segunda vuelta eleccionaria.

En primer lugar hay que resaltar que a contrario censo de lo que distintas encuestas de opinión, contratadas por diferentes medios de comunicación trataron de inducir, los resultados y los porcentajes resultaron favoreciendo al candidato que se indicaba como el segundo o como el que iba a perder. Una vez más queda en entredicho el uso o mal uso que se hace de estos instrumentos estadí­sticos, en detrimento de una percepción más real de los ciudadanos sobre sus preferencias de los candidatos. Resta ver si el presidente electo Colom dará seguimiento a la propuesta para legislar en torno a las encuestas.

Una realidad que se mantuvo fue el comportamiento de la participación de los votantes para la segunda vuelta. El í­ndice de abstencionismo parece repetirse nuevamente de la elección anterior a la presente (alrededor del 60%). Esto conlleva el cuestionamiento obligado sobre la pertinencia y el peso que tuvo la descentralización del voto como factor de motivación a la participación ciudadana. En otras palabras, hay que hacer con mayor detalle la relación de costo del beneficio entre descentralización versus participación.

¿Por qué no vota el guatemalteco?

Si bien se ha superado la abstinencia electoral del año 95, en el cual parecí­a que el sistema se caí­a por falta de votos, tampoco existe hoy dí­a una situación tan saludable. Vale la pena entonces seguir haciéndose la pregunta ¿Por qué no vota el guatemalteco? ¿Qué tipo de barreras limitan o desmotivan el ejercicio del voto?

El desengaño del resultado también es importante, entre la primera y la segunda vuelta circulaba un halo de triunfalismo de los patriotas, sutilmente inducido por distintos elementos mediáticos e informales. Esto es un factor muy subjetivo pero percibido colectivamente. Por un lado, Pérez se sentí­a ganador y Colom por el otro lado perdedor; uno se preparaba supuestamente a probar el triunfo «porque las encuestas lo indicaban» y el otro hací­a esfuerzos por mantener la motivación sin perder el control, ante las provocaciones de una campaña negra que aumentó en los últimos dí­as. El resultado fue al revés como ya se sabe y muchos se quedaron boquiabiertos. Percibo que esta niebla triunfalista fue más sentida en la capital que en los departamentos.

Escondieron su propia adscripción partidaria

Ante la realidad de una idiosincrasia guatemalteca que construye ciudadanos tí­midos o violentos, pero en general poco posicionados de manera explí­cita sobre los temas cotidianos y relevantes, es probable que en esta elección los chapines hayan escondido su verdadera adscripción partidaria como un mecanismo de defensa por temores difundidos o por vergí¼enzas prejuiciosamente asumidas; recuerdo que en la elección del 99 se propuso este mismo argumento como factor de conducta, para determinar el resultado final, corroborar esto requerirí­a de un análisis muy fino, aunque parezca una variable subjetiva en extremo.

El desengaño para el comportamiento del voto en los departamentos fue que 20 de los mismos se tornaron verdes uneí­stas, sólo la capital y Baja Verapaz se veí­an naranjas patriotas. ¿Qué determinó el comportamiento del voto a favor de la UNE en lugares como Quiché, donde la distancia fue de 15 puntos porcentuales a favor de éstos? ¿Cuáles son los factores que hacen distinta la actuación entre la capital y los departamentos? ¿Por qué la capital parece tener una constante de preferencia más cercana a candidatos que representan valores de la clase media?

Ensayo dos respuestas a estas preguntas: la UNE puso en juego una estructura de organización con mayor cobertura y extensión que el Patriota no llegó a tener, misma que la UNE tendrá el reto de mantener después de las elecciones. Y la segunda más aventurada, bien puede haber un factor socioeconómico ligado a la riqueza y la pobreza que dicte dicho comportamiento o que haga reflejo del discurso de cada candidato. Falta observar el voto ladino y voto indí­gena de manera diferenciada pero esto aún no se puede hacer hasta conocer al detalle los í­ndices de participación por mesa, por CEM´s y por departamento para entonces predecir actuaciones.

Se mantiene el hecho de que no se gana a la primera, las elecciones anteriores denotan que hay que arar bastante antes de tener el terreno listo para cosechar y se constata con la presente. El Patriota deberá esperar su turno si logra mantener vigencia institucional en medio de un parque partidario de lozanos que deja a los más grandecitos con no más de quince años y a los más jóvenes con cinco y seis años.

Atrás las presiones de grupos

Las palabras finales van para Colom y son realidades. Le apresura convertir rápidamente el capital electoral obtenido en participación social, reconociendo a quienes le apoyaron; y asegurar con eficiencia un margen de independencia polí­tica que le permita impulsar su propuesta de Gobierno, más allá de las presiones de grupos oligarcas, militares y de otro tipo (la jugada de asegurar el liderazgo en el Congreso será clave). El reto es el mismo, cómo hacer una Guatemala equitativa en oportunidades y derechos para un escenario que es dramáticamente dicotómico de ricos y pobres, de urbanos y rurales y de indí­genas y ladinos.

«El reto es cómo hacer una Guatemala equitativa en oportunidades y derechos para un escenario que es dramáticamente dicotómico de ricos y pobres, de urbanos y rurales y de indí­genas y ladinos».

Julio Donis,

Sociólogo.