Guatemala atraviesa en la actual coyuntura, una de las peores crisis política, económica y social de su historia. Hasta donde la mirada puede escrutar, el futuro está rodeado de nubarrones grises. El proceso de transición a la democracia, se desarrolla dentro de profundas convulsiones sociales, en medio de una gran incertidumbre e impresionantes niveles de violencia.
Entre los guatemaltecos no se escucha otra cosa que desencanto porque aparentemente a nadie en los sectores políticos se le “alumbra el focoâ€, a efecto de crear confianza y credibilidad sobre las elecciones, ante todo por las numerosas denuncias de anomalías en la primera vuelta del 11 de septiembre como la compra de votos, el acarreo de votantes, tinta indeleble de mala calidad, violación y robo de urnas electorales, la quema y sustracción de papeletas.
Muy pocos piensan seriamente que el candidato que sea electo Presidente en la segunda ronda electoral prevista para el 6 de noviembre, pueda ser una alternativa a efecto de impulsar proyectos de transformación económica y social. Las dudas son más fuertes al comprobar que son escasas las diferencias ideológicas entre los dos aspirantes al solio presidencial, pues sus planteamientos básicos no son incompatibles ni diametralmente opuestos. Ambos son anticomunistas, partidarios de la empresa privada, admiradores de los Estados Unidos y por consiguiente, del sistema capitalista.
Hay que señalar que los dos candidatos, el derechista general retirado Otto Pérez Molina, del conservador Partido Patriota, y el populista abogado Manuel Baldizón del también derechista partido Lider, Libertad Democrática Renovada, representan intereses de la clase oligárquica. Uno de ellos cobija en sus filas a militares retirados que antes estuvieron ligados a los servicios de inteligencia del Ejército.
Es desalentador que los candidatos presidenciales no hayan fijado claramente su postura con respecto al sistema neoliberal (la etapa salvaje del capitalismo), que en nombre de la libertad de mercado, está hundiendo en la miseria al pueblo, sin que se avizore una posición independiente, sino más bien de sumisión ante las políticas dictadas por las grandes potencias como los Estados Unidos.
Este sistema neoliberal es la fuente de protestas en numerosas ciudades de Estados Unidos, y Europa. Por primera vez en mucho tiempo, los muros del capitalismo se están resquebrajando.
Al margen del candidato que pudiera triunfar en la segunda vuelta, las fuerzas vivas del país coinciden en que hoy la situación está peor que antes con una agudización del problema de inseguridad ciudadana, y de profundización de la pobreza que ya alcanza a casi el 60% de la población.