Japón y Corea del Sur incrementaron hoy su presión para que Corea del Norte dé a conocer un informe completo sobre sus programas nucleares, mientras un equipo de Estados Unidos se dirigía al país comunista para impulsar unas negociaciones bloqueadas desde hace cinco meses.
Responsables estadounidenses declararon que están ajustando sus exigencias en un intento de impulsar el proceso de desarme de Corea del Norte.
Pyongyang todavía no ha declarado todos sus programas nucleares, pese a que debía hacerlo como muy tarde a finales de 2007, según un acuerdo alcanzado entre las dos Coreas, Estados Unidos, Japón, China y Rusia.
«Corea del Norte es el mayor desafío tanto para Japón como para Corea del Sur», declaró a la prensa el primer ministro nipón, Yasuo Fukuda, tras una entrevista en Tokio con el presidente surcoreano, Lee Myung-Bak.
«Hemos reafirmado la necesidad de pedir a Corea del Norte una declaración completa y correcta» de sus actividades nucleares, destacó Fukuda.
Según Lee, que llegó el domingo a Tokio tras una visita de cinco días a Estados Unidos, «el programa nuclear norcoreano no sólo representará una amenaza para la península coreana, sino para todo el noreste asiático».
Tanto el presidente surcoreano como Fukuda intercambiaron sus impresiones «sobre la manera de resolver este problema pacíficamente mediante las negociaciones a seis», según Lee.
Kim Sook, el nuevo hombre de Seúl en la ronda de negociaciones a seis, indicó que todos los puntos de cualquier declaración norcoreana «deberán ser verificados uno por uno», a través de «estudios y pruebas científicas» y no sólo «escuchando lo que diga Pyongyang».
Corea del Norte, que en 2006 realizó el ensayo de una bomba atómica, se comprometió el año pasado a abandonar su armamento nuclear a cambio de ayuda energética y de incentivos diplomáticos y de seguridad.
Pero hasta ahora no ha publicado, tal y como había prometido, su esperada declaración de «inventario» nuclear, por lo que el proceso hace estragos.
Para Washington esta información es vital para esclarecer todas las sospechas que planean sobre su presunto enriquecimiento de uranio y la supuesta colaboración nuclear que brinda a Siria.
Aunque Pyongyang niega ambas actividades, varias informaciones apuntan a que el régimen comunista prevé lavar su imagen «reconociendo» las preocupaciones de Estados Unidos en un documento confidencial destinado únicamente a Washington.
En este sentido, el presidente norteamericano, George W. Bush, negó que esté recortando sus exigencias respecto a los norcoreanos.
«Evidentemente, no voy a aceptar un acuerdo que no se traduzca en progresos para los intereses de la región,» declaró Bush.
Pero los críticos, entre ellos varios conservadores estadounidenses, estiman que el gobierno de Bush está bajando el listón para garantizar un acuerdo antes de la partida del presidente de la Casa Blanca, el próximo enero.
Un equipo de expertos de Estados Unidos dirigidos por Sung Kim, director de la oficina de Asuntos Coreanos del departamento de Estado, llegará el lunes a Seúl, de camino hacia Corea del Norte.
«El equipo abordará la cuestión de la declaración, así como su verificación» indicó Max Kwak, un portavoz de la embajada norteamericana en Seúl.