Desde Guatemala a Chile para ayudar a niños


Robert Hentzen, presidente de la Fundación Cristiana para niños y ancianos, realiza un viaje que comenzó en Guatemala el pasado 29 de diciembre y terminará en Chile el 13 de mayo de 2011. La aventura tardará 16 meses y consiste en un recorrido a pie con el propósito de encontrar apoyo para su organización, para ayudar a los niños y ancianos de todo el mundo. AFP PHOTO / Mayela LOPEZ

El estadounidense Robert Hentzen se levantó este jueves antes de las 3 de la madrugada, se puso un traje deportivo y partió desde la capital de Costa Rica caminando hacia la frontera con Panamá, en una travesí­a de 12.500 kilómetros que culminará en Chile en mayo de 2011. Por Francisco Jara / Agencia AFP


Hentzen carga a una niña frente a la Basí­lica de Cartago, en Costa Rica. AFP PHOTO / Mayela LOPEZHentzen busca ayuda para los más necesitados, pero además consigue seguidores que luego realizan trabajo de voluntariado. AFP PHOTO / Mayela LOPEZ

Hentzen, quien cumplirá 74 años el 29 de marzo mientras esté caminando por Panamá rumbo a Sudamérica, marchó acompañado por un centenar de niños costarricenses y durante la mañana caminó los 20 kilómetros entre San José y la ciudad de Cartago, la antigua capital colonial de Costa Rica.

Con su travesí­a, que comenzó en Guatemala el 29 de diciembre, este maestro busca conseguir apoyo para una fundación que ayuda a niños y ancianos pobres de todo el mundo, creada por él, tres de sus hermanos y un amigo en 1981.

«Esta caminata no es solo una caminata, es un modo de vida», dijo Hentzen en un momento de descanso a la orilla de la ruta Interamericana, en que aprovechó para acomodarse sus calcetines y sus sandalias campesinas.

La marcha de 16 meses desde Centroamérica a Chile «nos da la oportunidad de decirle a estos niños y a sus familias que no están solos», agregó el peregrino, oriundo de Wyondotte, Kansas (centro de Estados Unidos).

Cada 10 kilómetros Bob Hentzen hace una pausa, bebe agua y come maní­, mientras un nuevo grupo de niños reemplaza al que lo acompañaba. La comitiva camina en «fila india» unos 40 kilómetros cada dí­a, por las escarpadas y estrechas carreteras de Costa Rica, adonde llegó desde Nicaragua el 1 de marzo.

«He sido el único que no ha tenido ampollas», explicó el norteamericano, quien habla perfectamente el español.

«Fí­sicamente la única cosa que nos pararí­a (temporalmente de caminar) serí­an relámpagos fuertes, tormentas eléctricas, porque hay que respetarlas, pero la lluvia no, el frí­o y el calor tampoco», agregó.

Su esposa, Marí­a Cristina, es hondureña y lo acompaña en esta aventura, conduciendo una casa rodante comprada en Guatemala, que fue chocada por otro vehí­culo en Nicaragua, por lo que tuvo que ser llevada a un taller mecánico en Costa Rica.

Su hijo Roberto Jacobo, de 24 años, aprovechó el paso de su padre por Costa Rica para venir a casarse con su novia, Hanna, contó el peregrino.

«Fue una ceremonia sencilla, no se gastó mucho dinero», dijo Hentzen, quien salió este jueves hacia la frontera panameña desde Desamparados, un populoso suburbio de San José, donde la Fundación Cristiana para Niños y Ancianos (CFCA, por sus siglas en inglés), que él preside, desarrolla programas de ayuda.

En Cartago, el peregrino visitó la Basí­lica de Nuestra Señora de Los Angeles, principal templo del paí­s, donde rezó el Ave Marí­a, antes de despedirse de los niños que partieron con él desde San José y reanudar la marcha hacia el sureste con un centenar de menores cartagineses.

El peregrino es católico, pero su fundación no está ligada a ninguna iglesia y en ella «participan personas de diversas religiones, incluidos musulmanes», dijo Rafael Villalobos, jefe de la CFCA en Costa Rica.

Hentzen espera culminar su marcha el 13 de mayo de 2011 en el puerto chileno de Valparaí­so, luego de cruzar a pie Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Brasil y Bolivia.

El terremoto del 27 de febrero en Chile, de 8,8 grados de magnitud, «le dio una buena sacudida a la oficina de nosotros en Valparaí­so», indicó Hentzen, antes de reanudar la marcha al frente de una columna de niños vestidos con camiseta azul.

Henzten hizo una caminata de casi 8 mil kilómetros en 1996, desde Kansas City hasta la frontera entre México y Guatemala.

«Esta caminata no es solo una caminata, es un modo de vida».
«Fí­sicamente la única cosa que nos pararí­a serí­an relámpagos fuertes».
«He sido el único que no ha tenido ampollas».