Julio Donis Cáceres
Para D.
El presente no es una añoranza tardía o una remembranza histórica de la Revolución de 1944, es análisis concreto de la situación concreta. Me alejo de los abordajes tipo aniversario, cual celebración antiséptica, que no confronta ni cuestiona. También me separo de los encasillamientos de un hecho político como lo fue ese período de la historia, o de aprovechamiento oportunista como el del gobierno de turno, como queriendo darle algo de contenido o identidad, al apellido ideológico que asumieron como partido.
En todo caso estas líneas aspiran a provocar, criticar, entender y tratar de analizar algunas de las consecuencias que provocó la decisión de esta sociedad guatemalteca cuando giró el rumbo de su historia en 1954; por lo tanto, no es el típico lo que pudo haber sido y no fue. Las presentes ideas y cuestionamientos, parten desde el imaginario de alguien que pertenece a una generación -diríamos- intermedia. Me temo que la renovación de pensamiento crítico de los más jóvenes es inversamente proporcional, aunque queda esperanza y esto quedó comprobado en el atinado y refrescante diálogo entre generaciones que promovió recientemente Mario Roberto Morales, el cual motiva esta reflexión.
A lo que iba, primera provocación. El proyecto hegemónico para este país provoca asfixia y anomia, riqueza para unos pocos y pobreza consumista para la mayoría, lo cual no es nuevo sino apabullante la manera en que es asumido por cada uno. Basta con salir a la calle y recorrer la ciudad para comprender los planes oligarcas apañados hasta donde puede, por un Estado conformado para la defensa de los intereses de aquellos pocos. A lo que me refiero es al moldeado de hábitos consumistas a que son conducidos los guatemaltecos. Un andamiaje mediático seduce sutilmente a una lógica que desmoviliza, individualiza, violenta y fragmenta la vida, provocando ante todo el inexorable deseo de comprar para existir. Una representación exacerbada de esta idea está consumada en el Mac día feliz que inundó de hamburguesas y papas fritas el estómago de varias conciencias, que ese día durmieron más tranquilos con la seguridad de que la dadivosa cadena de comida chatarra, apoya a enfermos y necesitados. Se incluyeron a esta afanosa campaña, el Presidente en funciones de ese día… Por cierto el colmo sería que una empresa que vende frituras, carbohidratos y azúcar apoye enfermos de afecciones coronarias o asociadas a la elevación de triglicéridos y colesterol.
Segunda idea. La generación de jóvenes que nació al inicio de los 80 ha conformado su noción de la realidad mayormente sobre la interlocución con su i-pod o con su celular. No hay pensamiento crítico en la juventud, pero si hay inamovilidad y fundamentalismo. Recientemente una encuesta nacional en jóvenes realizada por la organización DOSES, resalta varios hallazgos reveladores: alrededor del 60% de la juventud, en un rango de 18 a 24 años, se autodefine desde el centro hasta la derecha extrema, según sus propias convicciones o valores.
Supongo que esto refleja más que una posición política, un profundo arraigo de valores conservadores derivados de la formación religiosa y educativa del mismo carácter, y por supuesto, muy pocos jóvenes se adscriben a la izquierda. Se destaca en la misma encuesta que los jóvenes no quieren saber nada de política ni de las instituciones relacionadas, sin embargo acuden a votar como en legitimación del sistema. Aventurándome a una explicación, podría pensar en que la falta pensamiento crítico en la juventud chapina, ha llegado a fetichizar incluso el acto eleccionario sin contenido sino como mera inercia social. La generación más joven se apresta a conseguir las anheladas formas de bienestar material a través de un consumo decidido y afinado.
Tercera reflexión. Las profundas transformaciones que se gestaron en la década aludida aún perduran, lo cual prueba su esquema visionario. A pesar de ello, hay una lista grande de pendientes para recobrar la dignidad como conglomerado social. Sin embargo lo que se truncó en dicho momento, no es ni siquiera un proyecto de izquierda. Hay que resaltar que el cambio de rumbo en el 54´ fue tan miope por parte de sus autores, a quienes se puede sintetizar en el liberacionismo nacional, que retrocedieron en el tiempo al país casi a la edad de piedra, embargando el futuro de un proyecto de desarrollo capitalista. Los anclajes a la involución saltan a la vista: en el sistema económico se resume en una lógica oligopólica que no permite ni siquiera el libre mercado o la modernización de sus capitales, ni siquiera de prestar seguridad jurídica para sus negocios. En el sistema político se denotan por una institucionalidad democrática, que predica el
Estado de derecho y la transparencia como la fórmula para democratizar la sociedad; sin embargo, los vehículos para llegar a dicho cometido están en precariedad absoluta y en cuestionamiento de origen, lo que hace del juego de la democracia en un sarcasmo institucionalizado. Por ejemplo, mientras acudimos al show del pollo ronco, otro pollo sigue un enriquecimiento global.
El resultado es el siguiente: siete enanos se mantienen enriqueciendo de oro su olla y don Estado duerme eternamente un sueño de pesadillas y apnea. Perdidos en el bosque, los guatemaltecos que se consumen en una pobreza consumista de cualquier baratija, o los que han especializado su práctica política en una demanda de algún derecho específico, bailan hipnotizados por el hada de la cooperación internacional que los convoca y los organiza.
Reflexión final. En el escenario actual de incertidumbre, en el que el sistema capitalista global padece una herida bastante grave, se mantiene vigente la necesidad de pensar por vía propia y con independencia, es necesario construir autonomía y fomentar en la generación de relevo el conocimiento histórico. Un nuevo ordenamiento mundial parece estar empezando a dibujarse y ese proceso no será breve, ya sea que asumamos la tesis walensteniana del fin del capitalismo por el agotamiento mundial de los recursos o por la tesis marxista clásica bajo la cual el sistema generó tanta oferta que ya no es posible consumirla, a lo que se une la contradicción del sistema que supone para su sobrevivencia la venta con la máxima ganancia pero al mismo tiempo las fuerzas productivas no lo permiten porque el desarrollo tecnológico ha sido tal, que se produce a la vez con precios baratos derivándose el descalabro del mismo.