Desde abajo


julio-donis

Al parecer el modelo “desde arriba” evidencia fracaso, frustración y poco arraigo. Los datos revelan esa decepción; un porcentaje que no pasa del veinte por ciento de la población declara desconfianza sobre los partidos políticos; la gente vota como acto inercial, pero no se siente representada; la corrupción de los electos en cada ciclo, es un insulto en la cara de la pobreza. Pero aún en esas condiciones absurdas, el sueño democrático parece que sigue vigente; los optimistas o los ingenuos suelen tener a mano la frase chambona de Churchill cuando dijo que “es el menos malo de los sistemas”.

Julio Donis


Quizá valga la pena preguntarse, así como lo hace Susan George en su ficción El Informe Lugano II: ¿Es viable aún, asumir que millones de personas que no saben nada, deberían decidir sobre su derecho a ser gobernadas? Naturalmente que los límites inferior y superior de esta cuestionante tienen que ver directamente sobre la vigencia del sistema capitalista mundial, el que ahora empieza a dar signos de decadencia.  Es posible que la decepción como indicaba arriba, abra la posibilidad de alternativas que partan de cuestionarse por qué se usan los mismos métodos para llegar al mismo objetivo. Es probable que esas condiciones de contradicción permitan que las sociedades un día finalmente se preparen para un salto. Mientras eso ocurre, vale la pena ponerle atención a tres iniciativas que se empiezan a hornear a fuego muy lento en la sociedad local. Las tres aluden directa o indirectamente a la intención de competir por el poder municipal. Las tres tienen menos de un año de gestarse; dos de ellas fueron ya presentadas públicamente a un grupo de interesados y la tercera parece que aún es discretamente expuesta a invitados específicos. La primera iniciativa ciudadana lleva el nombre de la letra griega (pi) ?, y es promovida por el colega Álvaro Velásquez. El objetivo de Pi declara su documento presentado, es posicionar una iniciativa de organización ciudadana para impulsar una agenda rupturista y de cambio auténtico en función de la democracia plena. En resumen la estrategia es movilizar tres reformas: la política constitucional; la del sistema electoral y la de los servicios públicos. Es acertada su estrategia en tanto que si no se cambian las reglas del juego, cualquier iniciativa pequeña está destinada a la marginalidad. El segundo proyecto de nombre La Comuna, es  promovido con fuerte compromiso por el arquitecto Álvaro Veliz, el otrora diseñador del proyecto del Centro Histórico de la Municipalidad. Este movimiento político se recrea de la experiencia de los parisinos de 1871, cuando se instauró un proyecto popular de orden insurreccional y autogestionario. Su página en internet propone cuatro dimensiones de reforma, política, productiva, urbana y ética. La Comuna lleva activa un poco más de un año, realizando periódicos conversatorios comunales sobre temas urbanos que son problemas de la ciudad, a partir de la exposición voluntaria de diversos académicos, líderes, políticos, o conocedores de esas dificultades sociales. La última experiencia es de la que menos datos tengo, tan solo de una fuente tercera que ha participado incipientemente. Al parecer liderada por el líder quekchí Edwin Xol, con la pretensión de participar en cinco municipios; participan sobre todo jóvenes de clase media con formación universitaria. ¿Qué revelan esas iniciativas del todo válidas, interesantes y frescas?, me atrevo a decir que irrumpen como alternativas a los mustios vehículos tradicionales; sus reclamos son radicales pues van a la raíz de los problemas; sus voces insinúan: “Estamos hartos de los mismo, nos haremos cargo nosotros”; su estrategia sugiere que esta vez se hará de la manera correcta, desde la gente, desde abajo.