La secuencia de un genoma obtenida a partir de un hueso y un diente de un homínido extinguido hace 30 mil años revela que este primo lejano del hombre, hasta ahora desconocido, estaba emparentado con el hombre de Neandertal y con los ancestros de los habitantes de Nueva Guinea.
Un equipo internacional de investigación encabezado por el antropólogo Svante Paabo del Instituto Max-Planck, en Alemania, pudo secuenciar el genoma nuclear de este homínido desaparecido hace al menos 30 mil años.
El hueso y el diente fueron localizados en 2008 en la caverna Denisova, situada en el sur de Siberia.
Los investigadores determinaron que se trata de una hembra perteneciente a un grupo de homínidos que compartían un antiguo origen con los neandertales, y que luego divergieron.
Estos «nuevos» homínidos, bautizados denisovanos por el nombre de la caverna, pusieron sobre el tapete nuevas interrogantes sobre los orígenes del hombre moderno, estimaron los investigadores, cuyo trabajo aparece publicado en la revista británica Nature de este jueves.
A diferencia de los neandertales, los denisovanos no contribuyeron al patrimonio genético de los euroasiáticos modernos. Sin embargo, comparten un número elevado de variaciones genéticas con las poblaciones actuales de Papúa-Nueva Guinea, que podrían haber heredado en su ADN hasta el 5% de genes de los denisovanos.
Esto hace pensar que hubo cruzamientos entre los denisovanos y los ancestros de los melanesios cuando estos últimos se separaron de las poblaciones de Eurasia para emigrar hacia el este.
Pero se ignora cuándo, dónde y en qué proporción estos cruzamientos se produjeron, advierten los autores del estudio.
Con estas nuevas revelaciones, los científicos piensan que los ancestros de los neandertales y los denisovanos salieron de ífrica hace alrededor de 500 mil años.
Los neandertales se expandieron hacia Medio Oriente y Europa, mientras que los denisovanos lo hicieron rumbo a Asia, donde hace unos 50 mil años se reprodujeron con los humanos, que se habían instalado a lo largo de las costas del sudeste asiático.
«El hecho de que los denisovanos hayan sido descubiertos en el sur de Siberia y hayan contribuido al patrimonio genético de las poblaciones modernas de Nueva Guinea muestra que la presencia de ese grupo podría haberse expandido en Asia desde el fin del Pleistoceno», o sea entre 400 mil y 50 mil años antes de nuestra era, explicó David Reich, profesor adjunto de la facultad de medicina de la Universidad de Harvard, un genetista que realizó el análisis genético de las poblaciones.
Algunos fósiles descubiertos en China, por ejemplo, no se parecen al hombre de Neandertal, ni a los humanos modernos o al Homo erectus, un ancestro más antiguo del hombre.
Estos investigadores se preguntan si esos fósiles podrían estar emparentados con los Denisovanos. Para saberlo, se han previsto registros en Siberia en la zona donde fueron hallados los huesos del dedo y el diente con el fin de descubrir más fósiles de Denisovanos.
De esa forma se podrán hacer comparaciones con los fósiles de homínidos descubiertos en China, como el cráneo de Dali, que data de hace 200 mil años y fue encontrado en China central.
Para Svante Paabo «la combinación del genoma del hombre de Neandertal y el de los denisovanos revela la complejidad de las interacciones genéticas entre nuestros ancestros y los diferentes grupos antiguos de homínidos».
Paabo condujo la secuenciación del genoma del hombre de Neandertal y reveló en mayo pasado los cruzamientos con los ancestros del humano moderno, que tendrían entre 1% a 4% de genes del neandertal.